Detallado más o menos lo que son las instalaciones, paso a hablar ahora de los niños, que son la parte importante, la parte fundamental de este asunto y de nuestro viaje.
Las edades de los crios oscilan entre los 3 años y los 15 años (más o menos). Hay otra niña, hija de Clemencia, la cocinera, que tiene 19 y va también por alli a comer. Ayer estuve charlando con ella y cuando me dijo la edad quedé asombrado, porque no aparente más de 14 o 15 años. Bueno, pues los niños son una delicia, un encanto, con su naturalidad y su espontaneidad. Nos llaman tios y tias, de modo que ahora somos Tía Ipi, Tía Ester y Tío Manuel. Llegan a comer, se lavan las manos, recogen su plato y su tenedor o cuchara que cada uno tiene ubicado en su lugar específico, y van pasando junto a las ollas, donde les servimos la comida, y se van a sentar al comedor. Como bebida toman una infusión fría. Y tras la comida, a lavar su plato y cubierto, a lavarse los dientes y luego a jugar, hasta la hora de hacer las tareas. En las tareas colaboramos con ellos haciendo de todo, desde enseñar a leer, hasta hacer dibujos, geometría, matemáticas, lengua, etc. Es realmente curioso lo que hacen. Como singularidad, detallo lo que traía ayer una niña de 6 años, un encanto de espontaneidad, que debía poner si una serie de nombres (perro, silla, Peru, etc..) eran sustantivos «comunes» o «propios». Pero luego, en otro cuaderno de religión, le preguntaban en «actividades de búsqueda» (o algo así) cual era la ciuda donde estaba el caliz de Cristo de la última cena. Y como orientación, decía que era la ciudad donde el papa había ido a celebrar en 2006 el Congreso mundial de la juventud. Por supuesto ninguno lo sabíamos, y le dije a la cría que pusiera a su profe «no lo sé, porque en esa fecha yo todavía no había nacido y por tanto no podía leer los periódicos».
Siguiendo con el programa diario de los níños, tras las tareas, la cena. Aqui, después del plato de comida, se les da una bebida caliente (otra infusión) y un bollo de pan. El proceso es el mismo de la comida, solo que al final, después de lavarse los dientes, por turnos que están ya establecidos se encargan de fregar las ollas, barrer todo, y dejar aquello recogido, en la medida de lo posible. Podeis imaginaros a una niña de 4 o 5 años fregando una olla que es casi tan grande como ella…. Pero lo hacen con plena dedicación y con el máximo interés. Y para terminar, al marchar cada uno a su casa, te dan el beso de despedida, uno por uno a todos los «tios» y se les da una fruta para llevar a casa. Ayer era una naranja.
Nuevo corte… y sigo con más noticias.



¡¡¡Por fin podéis reanudar las publicaciones….. !!! Esta ventana común es una maravilla, sólo falta que podáis poner alguna -o muchas, mejor…- foto para acompañar los relatos tan detallados que hacéis para poder ver la bonita historia que estáis viviendo como una película o un documental. Un abrazo enorme, Elena.
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