Este pasado fin de semana fué un fin de semana de amigos, de amigos que se ven y se reencuentran pocas veces, pero que disfrutan de esas ocasiones. Y también de amigos de todas las semanas, de esos con los que compartes habitualmente lo cotidiano, con los que organizas comidas, sales a tomar las cervezas y de vez en cuando programas alguna excursión.
Tengo la suerte de que Ipi tiene los mismos criterios que yo respecto de la amistad, las cuida con esmero (más que yo en algunos aspectos, debo reconocerlo) y tiene la misma capacidad para concitar acuerdos y filias, para atraer a la gente y para servir de punto de encuentro, de foco receptivo y de aglutinadora de las personas a las que quiere, al igual que hago yo. En ese aspecto creo que nos hemos juntado el hambre y las ganas de comer.
Y como muestra, el hecho de que uno y otro somos catalizadores de reuniones, no solo de comidas, que es lo más habitual, sino de otros muchos tipos de reuniones, como pueden ser las convocatorias para ir de excursión, para organizar viajes, incluso para actos solidarios. A modo de ejemplo, botillo, sardiñada, comidas solidarias, viajes de fin de semana o puentes, etc, etc.
Pero como dije al principio, este fin de semana último tenía la connotación de haber reunido junto a nosotros a un grupo de amigos, algunos de los cuales no vemos habitualmente y que tampoco entre ellos se ven más que de tiempo en tiempo. Aprovechando la prevista visita del Betis a Riazor para jugar un partido de liga contra el Depor, invité a Julio y Pilar a visitarnos.
Sabido es lo que cuesta sacarlos de Orense, y con esa justificación les poníamos «a huevo» el venir a visitarnos. Y aceptaron, afortunadamente, aunque luego las inclemencias meteorológicas hicieran que no hubiera partido. Y aprovechando su visita, también avisamos a Charo y Antonio para que viniesen a estar con ellos. Unos y otros son amigos de hace más de 40 años, y también amigos entre ellos. Es más, Pilar y Julio se conocieron a raiz de un viaje a Manzaneda, a la nieve, en que yo llevé a un grupo de compañeras de Charo, con las que luego formamos pandilla. Y Charo y Pilar son compañeras de promoción, aunque solo se ven casi cuando nosotros organizamos el encuentro. La foto incorporada reune a Charo con Julio y conmigo, aprovechando la asistencia a la boda de una compañera de piso de Charo en Los Milagros, en Ourense. En esa foto aparece otra antigua amiga de todos, Conchi, que desde hace muchos años vive en Málaga.
Y como Julio y Pilar también conocen a nuestra pandilla y nos acompañaron a uno de esos viajes que programamos, como antes comenté, pues también estuvieron con todos en la cena habitual de los viernes. En fin, que el fin de semana fué completo, como dije inicialmente.
Y ya como colofón, es para mi una satisfacción poder traer aqui estos comentarios, porque son representativos de algo que siempre he querido, que es sumar, unir a las personas a las que quiero, tener la oportunidad de que se conozcan entre ellas, que perciban que nuestra dedicación a los amigos no es algo circunstancial, sino que cuidamos con esmero las relaciones, que procuramos que sepan que estamos con ellos, para celebrar lo bueno y tratar de acompañarles en los momentos menos agradables, y gracias a eso podemos presumir de tener amigos desde la niñez, amigos a los que conservamos y cuidamos, y que aunque nos veamos poco a menudo, sabemos que están ahi, nos preocupamos por ellos y nos ofrecemos para cuando nos necesiten. Y eso es tán válido para mi como para Ipi, porque no hay más que ver la respuesta de sus amigos, de personas a las que no veía desde varias décadas atrás, cuando las convocamos para celebrar su 50 cumpleaños. Y es válido también para los amigos más recientes, con aquellos que compartimos el día a día, que nos acompañan habitualmente y con los que sufrimos y disfrutamos de alegrias y penurias.
Para todos ellos es esta página, porque todos ellos hacen que nosotros seamos así, ellos nos ayudan a creer en la amistad como un bien de los más preciados y nos alimentan día a día para que mantengamos ese nivel.