Dia de reencuentros

Sucedió hace una semana, concretamente el jueves de la pasada semana, dia 9 de marzo. Estaba yo en la Plaza de Orense, esperando a Ipi, y coincidió que pasaba por alli una manifestación de estudiantes y docentes en contra de la LOMCE, con bastante afluencia de gente, por cierto. Estuve un rato viendo como discurría la marcha y en lugar de aparecer Ipi, de repente me encontré frente a mi a Carmen Cansino, la que fué mi primera novia, allá por el final de los años 60  y principios de los 70 del siglo pasado. Por cierto, esto de hablar del siglo pasado parece que nos hace mas viejos….

Pero vuelvo al encuentro. Decía que me la encontré frente a mi de repente, después de más de 25 ó 30 años de no verla. Habíamos hablado hace como 8 años o asi, cuando murió su hermano y la llamé para manifestarle mis condolencias. Por aquel entonces supe que estaba dando clase cerca de mi casa, en el I.E.S. de Oleiros, e incluso a raiz de aquella charla un día nos cruzamos en los coches entre Coruña y Oleiros. Pues el jueves, tras saludarnos, nos contamos asi, por encima, algunos detalles sobre nuestras vidas. Ella está tambien jubilada desde hace algo más de un año (tiene mi edad, tal vez unos meses menos que yo) y no hace nada. Tiene una hija que después de numerosas becas, másteres y demás, ahora trabaja en Londres. Le pregunté sobre sus antiguas amigas de Orense, que a la vez también fueron amigas mías, aunque yo perdí todo contacto. Parece que también ella está desconectada, y eso que con una de ellas, Raquel Fernandez Pereira, tiene un vínculo por ser madrina de una hija, creo recordar. En estas fotos, una mía con Carmen en aquellos años y otra del grupo de amigos de Club Rutas.

Como dije, Carmen fué mi primera novia y aquella relación duró casi tres años y se terminó porque, a raiz de marcharse a vivir su padre a Tenerife, ella se fué también y aunque durante un tiempo viajábamos yo a Tenerife y ella a Orense o Coruña, en 1972 consideró que era mejor dejarlo, y ahi se quedó la cosa. Pasados los años, un día me la encontré en A Coruña, justo delante de la oficina del Banco Occidental en Sánchez Bregua, y me enteré de que se había venido a vivir aqui con su pareja. Luego recuerdo haberla visto alguna vez en La Zapateira, en las instalaciones del Casino, pero de eso hace unos 30 años.

Me alegró de verdad el encuentro, y charlamos durante un rato, ya que fuimos caminando juntos hasta la Plaza de Pontevedra, puesto que ella iba para casa (vive en Peruleiro) y yo en dirección al Playa, a la reunión de los jueves de los Bebeuvas.

El segundo agradable encuentro se produjo un par de horas después. Justo ese día se celebraba la despedida de José Luis Aguiar, el que fué compañero mío durante años en diferentes puestos en el Banco. La comida-homenaje se organizó en el Hotel Finisterre y allí me encontré a numerosos compañeros de esos que hace años que no ves. Pero entre las personas allí congregadas, me resultó especialmente agradable encontrar a Carmen, la que fué mi secretaria-compañera y analista de riesgos en la etapa de Banca Hipotecaria, tras la fusión BBVA, cuando regresé de Oviedo a Coruña para hacerme cargo de la Dirección de Zona de Galicia-Asturias. Creo que no había vuelto a encontrarme con Carmen desde que me fuí a Zaragoza o tal vez una vez que pasé por la oficina un año después, pero en todo caso desde la última vez que nos vimos han transcurrido casi 15 años.

Por lo visto sigue haciendo lo mismo, es decir es analista de riesgos hipotecarios en el mismo departamento, que ahora no sé como se llama exactamente. La encontré estupendamente, y aunque está deseando pre-jubilarse, parece que lo tiene complicado porque el Banco este año ha cambiado su programación y no dejan irse a nadie hasta que cumpla los 59 años. Es curioso que, viviendo ambos en Coruña no hayamos coincidido en alguna ocasión en algún lugar. Bien es cierto que ella vive en Perillo y yo en Sada y por lo que dice, viene directa al trabajo y apenas hace vida en Coruña.

Como dije fué un encuentro agradable y además al coincidir con muchos otros compañeros, tuve la oportunidad de encontrarme también con otras personas que tampoco veo habitualmente.

El último de los encuentros lo tuve en el regreso a casa. Fué en los jardines, frente al Kiosko Alfonso. Me tropecé con mi amiga María que iba acompañada por su hija Alba, a la que no veía desde hace años. Parece que, terminados sus estudios, trabaja ahora también en la clínica con sus padres. Fué solo el momento de saludarlas porque estaban montando en bicicleta que se iban a una clase o algo así y ya era tarde. Solamente me preguntó si me había hecho los implantes, y comenté que lo hará en breve, aunque al comentar que me iba al Camino de Santiago, me recomendó que lo deje para el regreso. Debieron de verme bien, porque un día después en un whatsap al tiempo que me reiteraba que no es conveniente meterse en los implantes antes de ir a hacer el Camino, me dijo que me había encontrado «tan fantástico como siempre, has hecho un pacto con el diablo».

Lo cierto es que debe ser verdad que se me ve bien, y eso es que llevo una vida apacible al menos en lo que respecta a mi relación de pareja, que me ayuda a sobrellevar los «problemillas» derivados de nuestras relaciones con madres e hijos.

En fin, una jornada singular por lo de los reencuentros, que terminó regular con el empate del Depor en el partido aplazado contra el Betis.

 

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