Mi primera experiencia – Dia 1

Corría el mes de julio del año 2006 cuando por fin conseguí programar unas fechas que me parecieron adecuadas para iniciar el camino, algo que había proyectado unos años atrás y que por diferentes razones no había llevado a cabo hasta entonces. En aquellas fechas estaba yo trabajando en Pontevedra, ya prejubilado del banco, y colaboraba en la reorganización de una empresa que era propiedad de un antiguo cliente.

Preparé mis vacaciones para la segunda quincena de julio, y de ese modo el día 15 de ese mes tomé el tren Coruña-Irún desde Ourense hasta Pamplona y desde esa estación directamente me fuí en taxi a Saint Jean Pié-de-Port, al otro lado de los Pirineos, donde deseaba inicial el recorrido. La partida la hice desde Ourense y fué mi amigo Julio (en cuya casa había dormido la noche anterior) quien me llevó a la estación para tomar el tren. Ese mismo día escribí, ya en el punto de partida, que el viaje hasta allí había sido bueno tanto en el tren como en el taxi, y el paisaje precioso, con bosques

Vista de St. Jean Pied-de-Port

espléndidos y excelente vegetación. «Apetece atravesarlos y dejarse llevar por la imaginación» escribí yo aquel día en mi cuaderno.

El Puente de St. Jean

En Saint Jean no conseguí plaza en el albergue, y me alojé en una casa privada que también ofrece habitaciones, no sin antes realizar un pequeño recorrido por el pueblo, que me resultó muy atractivo.

El recorrido lo inicié el lunes día 16 bien temprano, para que el calor no me resultase tan duro, y asi puedo decir que prácticamente vi amanecer ya en

El primer amanecer del Camino

marcha. Pero luego llegado ya al final de la primera etapa en Roncesvalles, decía yo que esa etapa había sido «de una dureza que no imaginaba; en varias ocasiones sentí calambres y tuve que hacer numerosas paradas para descansar, beber y tomar aire pues las piernas me flaqueaban; parecía que no se iba a terminar nunca; se veía una subida y cuando yo esperaba un tramo llano, más subida una y otra vez en una cierta agonía sin fin». Pese a todo hice los 27,7 kms de recorrido en 7 horas. En mi alojamiento de la primera noche estaba un italiano que inició la ruta al tiempo que yo, pero que llegó a Roncesvalles cuatro horas más tarde pero mucho mejor físicamente. Esa noche escribía que como resultado de todo ello estaba hecho polvo, con agujetas y dolor en todo el cuerpo, y con temor respecto de como habría de afrontarse la siguiente etapa. En todo caso, la experiencia la consideraba positiva.

Colegiata – Roncesvalles

Un vez terminada esa etapa y alojado en un hotel porque al llegar al final de la misma el albergue todavía no estaba abierto, después

Claustro de la Colegiata de Roncesvalles

de ducharme y descansar un rato, me fui a la Misa del Peregrino en la Colegiata de Roncesvalles, donde diariamente llevan a cabo una ceremonia con gracia, y se comenta la nacionalidad o procedencia de los peregrinos que se han registrado en ese día, siendo en esa ocasión de numerosos paises y también muchos españoles con diversos orígenes.

 

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