Camino 2017 – Etapa 7: Logroño – Najera

16 de abril. Comienzo de jornada con un imprevisto: pese a que fuimos la parada de bus con bastante antelación, no hubo bus, pero no porque no pasara sino porque los quinceañeras que volvían de marcha rompieron una ventanilla del bus y la empresa lo dejo inmovilizado y no precisó cuando enviaba otro. De modo que hubimos de llamar un taxi para que nos bajase a Logroño a desayunar y retomar la ruta. Total, 20 euros menos y tres cuartos de hora de retraso. Pero como esto hay que tomarlo como viene y no cabrearse, pues así empezamos a caminar poco después de las 9 desde el centro de la ciudad.
El recorrido hasta Navarrete se hace atravesando, primero, una serie de parques y zonas verdes de Logroño, para internarse luego por viñedos y campos de cultivo, hasta desembocar en una fea zona, tipo polígono que es la que desemboca en Navarrete. Una vez entrados en el pueblo, parada a refrigerarse y meter algo más al estómago tras 11 kms de marcha. Hecho lo cual, atravesamos toda la villa hasta llegar a la iglesia en la zona donde ya habíamos hecho noche, y a partir de ahí está la salida hacia Najera, nuestro final de etapa previsto.
Hay que reseñar que la de hoy fue la etapa, hasta la fecha, con menos subidas y bajadas. El perfil es de subida hasta poco después de Ventosa, y bajada posterior. Sin embargo la subida es muy larga pero poco pronunciada y se lleva bien y la bajada casi tampoco se percibe.
El día amaneció despejado y así se mantuvo todo el tiempo si bien la temperatura nunca llegó a ser excesiva. Incluso no me quite el polar hasta después de salir de Navarrete, al pasar junto a un precioso pórtico del siglo XII.
Antes de llegar a destino hicimos otra parada en Ventosa, 11 kms antes de terminar. A partir de ahí hice el recorrido prácticamente solo porque Truus se paró a ayudar a una peregrina octogenaria muy menuda que tenía un problema en una bota. Aunque inicialmente me pare y fui a la par un rato, me desmarque pronto ya que iban muy lentas, mientras la buena de la señora (una californiana que vive en New York) le contaba a Truus sus peripecias. No llegamos a saber cuando había empezado la marcha, aunque sí que partió de Saint Jean, y que empieza a caminar cada día poco después de las 5 de la mañana. Va a su aire y se considera un espíritu libre dentro de un cuerpo ya viejo, pero se lo toma todo con una filosofía muy peculiar.
Ahora, ya instalado en el albergue (está al completo, y de hecho otros dos peregrinos que llegaron a la par que nosotros, no tuvieron acomodo), hemos salido a cenar y he visto que está todo abarrotado de gente, porque mañana es fiesta en La Rioja. Además en Najera están con unas jornadas de pinchos y esa llena las terrazas y los bares.
En el sitio que cenamos nos encontramos con otra de las alemanas que iniciaron la ruta con nosotros en el mismo albergue de Saint Jean, y nos contó que ayer, como no tenían alojamiento ni en Logroño ni en Viana tuvieron que dormir en el suelo en una iglesia de Viana y hoy se han metido en el cuerpo 40 kms para llegar aquí.
En fin, que está la cosa complicada estos días, aunque yo mañana no tendré problemas en Santo Domingo, porque el albergue al que voy tiene creo que 220 camas. Por cierto, que Truus me ha dicho que desde mañana va sin final previamente decidido, lo cual a mí me da también la libertad de fijar el destino de etapa sin contar con ella. Seguro que volveremos a coincidir por ahí adelante pero ya sin ir uno sujeto a la opinión del otro. Creo que tanto ella como yo es exactamente lo que buscamos en este recorrido.

“El camino te simplifica, porque cuanto más ligero sea el equipaje menos te agobiara la espalda y mejor experimentarás lo poquísimo que necesitas para vivir.”

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