Camino 2017 – Etapa 12: Hornillos – Itero de la Vega

21 de abril. Los tres que cenamos ayer (el alemán que no dice ni pío, la mejicana dormilona y yo) fuimos los mismos que hoy estábamos para el desayuno, y se añadió el barcelonés que ya ha pasado por aquí antes, con quien ayer estuve charlando un buen rato, junto al hospitalero. El desayuno fue sencillo, pero al menos salí sin la necesidad de tomar el café, como ayer. Hacía mucho frío esta mañana y como ayer en Burgos perdí el guante derecho hoy tenía que hacer malabares para llevar las cosas con la izquierda y poder meter la mano derecha en el bolsillo.
La salida de Hornillos la hice a las 7,45 ya con sol, aunque como dije con mucho frío. Los tres primeros quilómetros son de subida constante aunque llevadera y los hice muy rápido. Luego se llega al alto y se camina en llano durante otros 7 km en los que solo se ven aerogeneradores que aunque hoy el viento no era tan fuerte, funcionaban bien. Y tras esos 10 km de marcha aparece Hontanas, bajando. Allí primera parada para tomar café, y llegando alcance a la mejicana que había salido un rato antes que yo, pero va como una moto.
La parada fue corta, allí se quedó María (la mejicana) decidiendo a donde iría a dormir, y yo continué directamente hacia Castrojeriz, primero por senderos sin ninguna particularidad y luego por la carretera comarcal que yo recordaba perfectamente de mi paso anterior, por los restos del Convento de San Antón, que se encuentran un poco más adelante, y tras una curva se divisa ya a lo lejos Castrojeriz, una bonita localidad con mucha piedra y mucha historia y un castillo, o lo que queda de él, en lo alto. En mi paso anterior había hecho noche aquí, que es lo que siguen haciendo buena parte de los peregrinos. En esta ocasión hice una breve parada para reponer fuerzas y aproveché tambien para comprar fruta y unos guantes.
Y a partir de ahí, tras llanear un par de quilómetros, aparece la fuerte subida que anticipaba el perfil de la etapa. Si esa subida se hace fresco, a primera hora de la mañana es mucho más llevadera que acometerla a pleno sol, como fue hoy mi caso. Aun así, la verdad es que me resultó mucho más fácil de lo que pensaba. Tal vez influyera el hecho de que la fui ‘retransmitiendo’ como quien dice, ya que iba mandando fotos del avance en el ascenso a IMER, y sus respuestas e impulsos de ánimo me lo simplificaron. Tras la subida, del otro lado del alto aparece la inmensidad de la llanura castellana.
La bajada es brusca, aunque la han hormigonado y así se evita el pedregal de otras ocasiones. Y una vez llegado abajo, se camina como una ruta sin fin hasta completar los 12 km que separan Itero de la Vega (mi destino de hoy) de Castrojeriz. Como además ese tramo lo hice sin ver a nadie a lo lejos, todavía resulta más largo. Justo antes de cruzar Puente Fitero, que marca el límite de las provincias de Burgos y Palencia, divididas por el Pisuerga, se pasa junto. La ermita de San Nicolas.

Y ya en mi destino, cuando llegué al albergue fui el primero, aunque posteriormente han llegado otras personas. Este albergue está gestionado por tres jóvenes que acaban de cogerlo, según me han contado. Y lo están actualizando. He aprovechado que hay lavadora, así que hice colada, que se secara al sol. Por cierto que hoy calienta bien.
Respecto del conjunto de la etapa, si bien ayer apenas vi gente (la mayor parte de los peregrinos quedaban en albergues de Burgos), hoy sí que se veía a muchos que en su mayor parte harán noche en Castrojeriz, es decir que los voy dejando atrás. Para mañana ya he programado ir a dormir a Villalcazar de Sirga, para cenar lechazo, por el recuerdo de mi paso anterior y de la comida que hicimos en febrero Ipi y yo.
En la cena he coincidido en la mesa con un paisano de Mondragón que va en bici, y dos chicas, una japonesa de Tokio y una americana de Washington. Muy simpáticas las dos. La americana estuvo en Los arcos el mismo día que yo, porque se acordaba de la procesión, y como tengo imágenes grabadas se las puse a la japonesa y flipaba. Creo que tiene algo que ver con la restauración porque cuando dije que yo mañana iba a comer lechazo a Villalcazar, enseguida quiso saber dónde queda eso para ir ella. En otra mesa había tres alemanes, uno de los cuales tiene grabadas canciones de la tuna, como Clavelitos, Fonseca, etc, y cuando yo las coreaba y cantaba, se lo pasaron pipa.

Enviado desde mi iPad

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.