1 de mayo. Entramos en un nuevo mes y a la vez en la cuarta semana de Mi Camino, ya que la de hoy fue la etapa número 22. Y esta etapa empezó temprano, poco después de las 7 de la mañana, con un frío glacial y todo el pueblo de O Cebreiro
completamente cubierto de nieve a causa de lo sucedido en la jornada de ayer.
Después de dejar Casa Carolo, donde me alojé porque allí me habían dejado la mochila, localice el único sitio que estaba abierto para desayunar y así salir a andar con el estomago ya medianamente preparado.
El inicio fue a través de un camino totalmente cubierto de nieve, que me llevó a una pista por la que se va descendiendo hacia Hospital, aunque antes se pasa por algún pequeño pueblo intermedio. Y subiendo y bajando se llega
hasta el alto de San Roque situado a 1270 metros de altitud. Hoy estaba completamente cerrado en niebla y me recordó lo bueno que estaba el día en paso anterior, ya que tengo hermosas fotos de aquella fecha. Hasta llegar a Hospital se recorren casi 6 km,
siempre por senderos completamente nevados y cubiertos de barro en muchos casos por la poca consistencia de la nieve. El hecho de que se haya helado en algunos lugares dificulta la marcha. A todo esto hay que señalar que la ruta sube y baja con frecuencia con él consiguiente desgaste. Y finalmente hay un repentino y fuerte ascenso que lleva al Alto de Poyo, lo que representa la máxima elevación en esta jornada. A partir de ahí la senda vuelve a descender, en principio no de forma brusca pero sí de forma continuada hasta Fonfria, cuando se cumplen los 12 km desde el arranque de la etapa.
Los 9 kms largos que desde allí nos llevarán a Triacastela ya sí que tienen tramos de descenso muy pronunciado, en muchas ocasiones por senderos de trozos de pizarra por los que resulta muy dificil caminar. Al llegar a esta población lo primero que aparece es el albergue de la Xunta en el que se ven peregrinos descansando o esperando a entrar. Aproveché la presencia en la entrada de un bar con ben aspecto para sentarme y pedir que me preparasen un bocadillo de tortilla francesa en el que venía pensando desde hacía buen rato.
Reanudada la marcha, se presenta la alternativa de tirar hacia Samos o seguír hacia San Xil. A mí, en esta ocasión sin duda me atraía mucho más Samos, y aunque se alargan como 7 km pienso que valía la pena, por lo que vine hacia aquí.
Pero el recorrido hasta aquí, en Samos, se convirtió en una especie de sube y baja en el que los caminantes se agotan, tanto por la dureza del trazado como por la falta de preparación para un frio fuera de lugar a estas alturas. Y cuando desde algo menos de
300 mts se nos aparece la ciudad, ya casi no nos lo creemos, o yo por lo menos. Para entonces, el trayecto del día ha supuesto un total de más de 32 kms.Lo siguiente es localizar el albergue en el que está mi mochila: el Albaroque y resulta estar frente al monasterio y muy cerca de la pequeña capilla pre-románica del parque.
Como resumen del trayecto, señalar la climatología, ya que aunque hoy no llovió ni nevó, el hecho de haberlo hecho ayer implicó el mal estado de los senderos, el frío importante durante toda la mañana, con rachas de viento helado en ocasiones, y por último el estado de mis piernas, que me sigue obligando a dar pasos cortos, y que sobre todo en las bajadas se resienten de forma muy importante.
La principal novedad de esta jornada fue la visita que me hicieron Ipi, Elena y Rafa. Ipi quería verificar mi estado de salud y Rafa y Elena se ofrecieron a acompañarla, con la consiguiente alegría para mí. Ellos llegaron ya para la hora de la comida y yo me incorporé a verlos para después de haberme aseado, atendido a los cuidados de mis piernas y demás. Charlamos de todo y me pusieron al tanto de las novedades del grupo. Tras su marcha, yo cene en el albergue y luego estuve reorganizando la mochila ya que hoy aproveche para hacer colada general. Hoy aquí tengo una habitación con literas pero en la que estoy solo porque hay poca afluencia de peregrinos, al menos aquí.
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