5 al 7 de mayo – 2017

Fueron tres días, solo tres pero muy especiales. Se juntaba el hecho de las celebraciones de Chema con su equipo de fútbol, mi 67 cumpleaños y también la circunstancia de que ese domingo día 7 de mayo era el día de la madre. Y en esos días confluimos en Londres Ipi, sus dos hijos y yo con mi descanso para preparar la entrada en Santiago como fin de mi Camino.
Volamos desde A Coruña el viernes 5 por la tarde, para llegar a Londres con tiempo para instalarnos en el hotel y salir a cenar. Esa noche Hugo no estaba, que llegaría a la mañana siguiente.
Con las indicaciones de Chema desde Heathrow fuimos en metro hasta el Marriot de Kensington Road. Allí nos esperaba ya Chema y tras dejar las maletas en el hotel nos fuimos a buscar un lugar donde cenar. La idea era hacerlo en un pub que le gusta, pero al llegar allí nos encontramos con que los ingleses, rígidos en sus horarios, ya tenían la cocina cerrada, de forma que caminamos un poco más y finalmente llegamos a un restaurante georgiano que teóricamente daba cenas hasta las 11 de la noche. Como apenas pasaban unos minutos de las 10, entramos decididos y casi tuvimos que exigir que nos sirvieran puesto que pusieron mala cara y nos metieron prisa para pedir.
La cena no estuvo mal pero tampoco fue nada fuera de lo común. Tomamos varios platos característicos del país y unas cervezas rusa y ucraniana.
Después de la cena como todos estábamos cansados, directamente al hotel, a dormir. Chema compartió habitación con Ipi y conmigo.
A la mañana siguiente un buen desayuno buffet en el hotel y directamente a la estación Victoria, que era la que mejor traía a Hugo desde Gatwick, ya que su vuelo llegaba a ese aeropuerto. Tuvimos que esperar un rato su llegada y cuando llego, dar vueltas por la estación para encontrarnos con el, pero al final nos juntamos.
Ya habíamos previsto que viniera ligero de equipaje para no tener que regresar al hotel y desde la estación comenzamos un relajado paseo por las calles de Londres para hacer tiempo hasta la hora de comer ya que entre los programas organizados por el club de Chema estaba una comida de todo el equipo, incluyendo jugadores, técnicos y personal de apoyo. Y Hugo estaba anotado como fisioterapeuta complementario. La comida era en El Centro Gallego de Londres, y para llegar allí (está algo alejado del centro) utilizamos el metro. Hay que indicar que durante el paseo hicimos un descanso en un café, que pie cierto fue muy agradable.
Ya en El Centro Gallego, mientras los actores principales comían en grupo, Ipi y yo lo hicimos aparte. Menú a base de pulpo, Merluza a la Gallega y Chocos fritos. Todo producto gallego igual que la cerveza (Estrella Galicia, of course!), como procedía en ese lugar.
Dado que el transporte en bus al campo de fútbol no se realizaría hasta un par de horas después de comer, Ipi y yo nos fuimos a dar un paseo y hacer una siesta campestre mientras jugadores y técnicos quedaban concentrados. Como el tiempo da para mucho, bastante antes de la hora prevista nos instalamos en el bus para evitar seguir dando vueltas sin ton ni son por un entorno donde no había otro bar donde tomar un café.
Tras unas fotos a los componentes del equipo, unos y otros nos fuimos a Udbrigxe, que era donde estaba el campo en que se jugaba la final de copa. Por las circunstancias del día, el partido tuvo la parafernalia previa de una final, con presentaciones de los jugadores y árbitros, saludos en El Centro del campo, etc.

Sin embargo el partido no respondió a las expectativas previas ya que el Deportivo Galicia London no estuvo a la altura y jugó el que, según su entrenador, fue el peor partido de la temporada. El ataque estuvo falto de acierto mientras el del equipo contrario se mostró mucho más agresivo y con acierto, consiguiendo un gol tempranero que les permitió luego jugar a ‘no jugar’ perdiendo tiempo y rompiendo el ritmo de los gallegos. Para colmo de males el portero gallego estuvo algo fallón y se trago el segundo gol. Y poco después llegó el tercero, que dejó ya sentenciado el resultado.
De todas formas la gente acogió bien el final de jornada ya que unos días antes se habían proclamado campeones de liga, lo que lleva aparejado el ascenso de categoría y para el próximo año jugarán ya en una liga semi-profesional.
Pese al resultado adverso de ese partido se mantuvo el programa de actos y cuando los jugadores se hubieron cambiado regresamos en el mismo bus al Centro Gallego para seguir la fiesta. Allí habían preparado unos pinchos y bebidas y compartimos con todo el grupo la alegría por los éxitos de la temporada. Aunque la fiesta continuaba con una queimada, ya Ipi y yo regresamos al hotel y dejamos a la gente joven a su aire.
El domingo, tercer día de nuestra estancia, tras el desayuno en el hotel salimos a pasear por Londres, esta vez por los parques de la ciudad. Fue un muy agradable paseo, viendo a grupos de jóvenes haciendo deporte, a familias jugando sobre la hierba de Hyde Park o Kensington Gardens, y otros muchos como nosotros paseando simplemente. Hicimos fotos junto al Royal Albert Memorial y nos prometimos que en una futura visita a la ciudad trataríamos de ir a ver algún espectáculo al Royal Albert Hall, que ellos no conocen.
Para la comida teníamos una reserva que hizo Chema en un selecto restaurante japo-brasileño que está en la planta 38 de un edificio de la city. Previo a subir en el ascensor nos hicieron un minucioso cacheo en plan aeropuerto y cuando llegamos arriba pudimos contemplar las preciosas vistas de la ciudad. Hay que decir que como el lugar es muy selecto se exigía un cierto decoro en el vestir, no admitiendo pantalones rotos ni calzado deportivo por lo cual antes de ir nos vimos obligados a ciertos apaños prestando yo un pantalón a Chema para que a su vez el cediese el suyo a Hugo, intercambiando tambien calzado para estar todos en la línea exigida.
El restaurante nos gustó a todos. Comimos a base de sushi, ceviches y otras especialidades japonesas, además de un asado variado de carnes brasileiras. Con cervezas japonesas y unos postres exquisitos y muy bien presentados. Como parece que al hacer la reserva Chema dijo que íbamos a celebrar un cumpleaños, con los postres nos trajeron una vela y el Happy Birthday correspondiente. Y como además de mi cumple Ipi celebraba el día de la madre, contando con la concurrencia de sus dos hijos, algo que no ocurría desde hace más de 10 años, la comida fue la culminación de ambos eventos.
Terminada la comida ya solo nos quedaba tiempo para pasar por el hotel a recoger las maletas e ir al aeropuerto, lo que hicimos a continuación. Pero aunque en teoría íbamos sobrados de tiempo, aún nos quedaba otra anécdota para completar el viaje.
En el metro, cuando faltaban 6 ó 7 paradas para llegar a Heathrow nos hicieron bajar del vagón para esperar otro tren, anunciando una avería. Pero cuando llegó el siguiente convoy les dijeron lo mismo y así hasta un tercero. Finalmente, cuando ya se acumulaba un gran número de personas en la estación informaron que estaba cortada la línea y debíamos agenciarnos la llegada al aeropuerto mediante buses, que tampoco paraban allí. Así que nos vimos por las calles próximas buscando paradas de bus que fuesen a la terminal y todo ello sin informaciones claras. Afortunadamente a base de preguntar conseguimos un bus que nos acercó al aeropuerto y echándose ya la hora encima cogimos un taxi en el que logramos llegar a la terminal cuando nuestro vuelo estaba ya en proceso de embarque. Por suerte no teníamos que facturar equipaje y llevábamos con nosotros las tarjetas de embarque.
En fin, una odisea de esas que al final salen bien y se quedan en anécdota porque de haber perdido el vuelo habríamos tenido complicaciones importantes.

Enviado desde mi iPhone
M.R.Gigirey