Con el «leit motiv» de que el Racing de Ferrol jugaba el pasado fin de semana en Tudela y de que teníamos pendiente un encuentro con nuestros amigos zaragozanos Arantxa y Chema, programé un viaje de finde a la zona, y lo hice de forma que Ipi no lo supiese hasta el día de su santo, ya que iba a ser mi regalo por tal efeméride.
Llegado el día del Pilar se lo comuniqué, y tras los mínimos preparativos el viernes día 15 salimos a buena hora para intentar llegar a Tudela a la hora de comer, como asi sucedió. Chemari, el hijo de Pilar, era conocedor del programa, y tenía previsto llegar a Tudela desde Madrid esa misma tarde, y también nuestros amigos de Zaragoza, que se alojarían en el mismo hotel que nosotros y llegarían a la mañana siguiente.
Una vez acomodados en el hotel AC Tudela, ubicado en un antiguo convento y situado en el centro de la villa, como lo más inmediato era comer algo, nos instalamos en el Café Diamante, en plena Plaza de los Fueros, para empezar a degustar los productos de la huerta navarra. Como de productos de temporada solamente tenían los Cogollos propios de la villa y el Tomate Feo, también característico de allí, fue lo que le metimos al cuerpo para esa primera comida, dejando para la noche algo más contundente cuando ya nos acompañaría Chema.

Y después de recorrer Tudela por la tarde, con visitas a los principales monumentos locales y calles de la parte vieja de la villa, dejamos pendiente una visita al interior de la catedral, para hacerla con Chema y nuestros amigos el domingo por la mañana. La cena, después de diferentes intentos de reserva en los restaurantes más valorados por Tripadvisor, terminamos haciéndola en Remigio, lo que resultó ser una elección estupenda, a base de Milhojas de foie, Pimientos Verdes de cristal rellenos, Fantasía de Boletus, Sesos rebozados y Oreja rebozada. Como postre, Torrija y Cuajada.

Para el sábado teníamos ya prevista la visita con nuestros amigos a las Bardenas Reales, un paraje que parece mas propio de otro planeta y en el cual, de hecho, se han rodado varias películas y series televisivas aprovechando las peculiaridades del terreno. Es una zona protegida, en una parte de la que está ubicado un polígono de tiro utilizado por las FF.AA. españolas y también ahora por la OTAN. No es de libre acceso, sino que solamente está permitido circular por unas rutas determinadas. El recorrido que nos recomendaban y permitían en el Centro de Información es un circuito cerrado de aproximadamente 34 kms. en los cuales se van haciendo paradas intermitentes para observar aquellos puntos más llamativos. Desde luego es un paisaje idóneo para disparar continuamente la cámara fotográfica y por tal motivo tanto con la cámara del iPhone como desde mi CANON 5D Mark III no me cansé de disparar una y otra vez.

Entre recorrido y paradas estuvimos en el parque casi 4 horas y como se acercaba la hora de comer optamos por ir a tomar algo rápido a Olite, cuya visita habíamos planificado para la tarde. Asi que, llegados a destino, localizamos una mesa en la terraza de uno de los bares de la plaza principal y allí hicimos un ligero refrigerio a base de pinchos, pensando en que para la cena estaba ya reservado algo especial en Tudela. La comida fue rápida y dedicamos el resto de la tarde a visitar en primer lugar la iglesia de Santa María la Real, un templo gótico del S-XII, y a continuación el Palacio Real de Olite, un castillo que está totalmente reconstruido y tiene multitud de estancias y torres con almenas de muy diversas alturas. Está contiguo al actual Parador, que en otros tiempos fue el viejo castillo. Yo había estado un par de veces antes en Olite y en las dos ocasiones hice la visita a ese castillo pero no recordaba tales dimensiones. Resultó otra oportunidad para fotografiar el lugar y la villa en su conjunto desde diferentes miradores en las mencionadas torres y almenas. Esta visita prácticamente nos consumió el resto de la jornada.

Pero antes de abandonar Olite todavía tuvimos ocasión de callejear un poco por la villa e incluso los más golosos hicieron una incursión en algunas pastelerías para comprar tortas de chicharrón, una especialidad del lugar.
Ya de regreso en Tudela, y antes de dirigirnos a cenar, pudimos comprobar desde el hotel y a través de Footers cómo con algunos apuros de última hora, el Depor ganaba por 1-0 su partido contra el Sanse (San Sebastián de los Reyes).
La cena estaba reservada de antemano en Casa Lola, una sidrería que Arantxa y Chema conocían. Volvimos a degustar los productos tìpicos de la huerta navarra, como son los Cogollos con anchoas, Cebolletas estofadas, Chistorra de Arbizu, Boletus con foie y huevos rotos, Morcilla, y además de un espléndido chuletón de vaca vieja. El restaurante estaba totalmente lleno, lo que justifica la buena valoración que tiene. Y aunque después de la cena hubiese sido un momento excelente para sentarse a tomar un digestivo, nuestros amigos que estaban algo cansados prefirieron ir directamente al hotel, lo que hicimos todos.

He de decir que a la vista de lo que estábamos viendo y nos quedaba por ver para otra ocasión, nos planteamos el ampliar en un par de días el viaje y, dado que los compromisos que teníamos para el inicio de semana se podían retrasar, hicimos una gestión en el hotel para ampliar en dos noches nuestra estancia, ya solos (las dos primeras noches tuvimos como acompañante en cama supletoria a Chemari), para aprovechar mejor el desplazamiento puesto que aquella zona está a 700 kms. de A Coruña, y así le sacábamos mayor partido al viaje.
El domingo a primera hora hicimos una visita guiada a la catedral, tras la que nuestros amigos zaragozanos se despidieron y nosotros fuimos a cumplir con uno de los objetivos del viaje, cual era asistir al partido del Racing. Como quiera que además nuestro equipo ganó la contienda por 0-1, y tuvimos ocasión de charlar aunque fuese por unos breves momentos con Hugo, salió todo a pedir de boca. Después del paseo de regreso al centro de la villa, nos paramos a comer en la terraza de Casa Alberto, con invitación de Chemari.

Tomamos Pimientos de Cristal, Pochas, Boletus y Alcachofas, y de postres, Tiramisú y Torrija.
Y después de comer, para aprovechar la tarde, nos dirigimos a Tarazona, una localidad próxima a Tudela, pero que pertenece a Zaragoza, de la que nuestros amigos nos habían hablado muy bien. Y resultó que tenían razón, porque nos encontramos con una catedral impresionante, aunque no pudimos acceder a ella. Una plaza de toros octogonal, ahora utilizada como viviendas, y un barrio judío muy bien conservado, en el que destacan las llamadas «casas colgadas». También el edificio del ayuntamiento es francamente interesante. En fin, una visita bien aprovechada.

De regreso a Tudela nos fuimos directamente a la estación de ferrocarril para despedir a Chemari, que regresaba a Madrid. Y nosotros terminamos la jornada volviendo a cenar a Casa Alberto, donde a mediodía nos quedamos con las ganas de probar el Cachopo, uno de los platos singulares del restaurante, después de probar el Ajoarriero, también especialidad de la casa.
El lunes lo aprovechamos para recorrer otros puntos relativamente próximos a Tudela, como Calahorra y Estella. En la primera de las dos ciudades, visitamos la catedral, que francamente nos decepcionó, e hicimos un recorrido por toda la parte vieja entre la que está la antigua judería, encontrando todo muy descuidado y sin prácticamente ningún atractivo. Y casi todo lo contrario fue la visita a Estella, por donde yo ya pasé al menos un par de veces en mis recorridos del Camino de Santiago. Pese a ser lunes pudimos visitar varias de las iglesias más significativas de la villa, recorrer la zona antigua y aprovechamos para hacer una comida relajada en una de las terrazas de la Plaza de los Fueros.

Ya de regreso en Tudela, buscamos un lugar donde cenar, para seguir degustando productos navarros. Y como quiera que los lunes cierran muchos de los restaurantes, terminamos aterrizando en lugar seguro. Es decir, regresamos al Remigio, donde ya habíamos estado la primera noche. Y fue un acierto, porque estaba todo igual de bueno que la primera vez. Unas Cebollicas confitadas, Pimientos de Cristal y Pochas. Y unos buñuelos para dejar la boca dulce antes de ir a dormir.

A la mañana siguiente abandonamos el hotel camino de casa, pero haciendo unas paradas por el camino, ya que habíamos previsto parar a visitar los restos romanos de La Olmeda, cerca de Sahagún. Y como quiera que a la ida nos acordamos de los ricos quesos que en otras ocasiones compramos en Sasamón, habíamos acordado también hacer allí una parada intermedia para traer una variedad de ellos. Nuestra sorpresa fue que al acercarnos Ipi, que se informa con detalle de cada visita, descubrió que alli había una iglesia de la que se hablaba muy bien, con lo cual fuimos a verla. Y nuestra sorpresa resultó mayúscula cuando nos encontramos una gran edificación, con un impresionante claustro y todo muy monumental, además de enterarnos de que Sasamón era en tiempos romanos un enclave importante, desde el que se lanzaban los ataques a los territorios cántabros, quedando algunos vestigios de aquella época. Además de la gran iglesia de Santa María de Los Reyes, descubrimos otros restos como un puente romano, un arco que es lo que queda de una antigua iglesia, los restos de una muralla y una ermita que guarda el Humilladero, una columna ante la cual se arrodillaban los peregrinos a su paso por la localidad en siglos pasados. Total, un descubrimiento increíble para nosotros del que nunca habíamos oído nada.

Finalmente, según lo planificado, una parada en La Olmeda, donde imaginábamos unos pequeños restos romanos, pero que resultó ser lo que se encontró de una villa romana de algún capitoste de la época, en la que se conservan muchos y buenos mosaicos, en excelente estado pese al tiempo transcurrido, y sobre los que la diputación palentina ha edificado un moderno edificio para albergarlos.

En resumen, un excelente viaje que nos ha permitido, además de cumplir los objetivos iniciales de ver a los amigos y asistir al partido del Racing de Ferrol, conocer con un poco más de profundidad la zona de la campiña navarra, degustar sus productos, y disfrutar de unas jornadas que serán inolvidables.
buen compendio de gastronomía y arte. Como debe de ser.
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