
Hace un año por estas fechas estábamos en mala situación global debido al Covid, y no se podían organizar reuniones ni celebraciones de ninguna clase. Y por esa razón aprovechamos una oferta que nos habían hecho del hotel Finisterre, y nos unimos a un San Valentín por Zoom o aplicación equivalente. Y la verdad es que había resultado bien.

Y por esa razón cuando este año nos anunciaron que ya se podía hacer la fiesta de modo presencial, en un primer momento pensé en anotarnos y de hecho lo comentamos. Y valoramos también otras posibilidades como era asistir a una cena que proponían en el Hunico. Pero al final, ni uno ni otro, porque decidimos aprovechar todo el finde no solo en plan San Valentín, sino haciendo una excursión para visitar esos sitios que Ipi va acumulando en sus descubrimientos en diferentes páginas y que tenemos tan cerca que casi nunca programas para ir.

De modo que programamos una excursión por los alrededores de Sobrado dos Monxes, cuyo monasterio en esta ocasión no pudimos ver por dentro debido a que varios de los monjes estaban contagiados del virus y que por tanto tenían cerrado a cal y canto. Pero resultó que en las proximidades de Sobrado, en el ámbito del municipio de Toques había varias cosas de interés. Y como a mi chica no le resulta nada complicado brujulearse donde haga falta, contactó con diversos teléfonos de aquella zona y finalmente consiguió que el encargado de deportes del Concello se ofreciese a darnos información. Por cierto, dicho empleado del Concello nos esperó para darnos cumplida documentación.
Y desde allí, comenzamos la visita, empezando por la Iglesia de San Antoniño de Toques, para lo cual nos facilitaron las llaves. Tiene mucha historia, ya que data del año 1067, siendo en realidad la continuación de una capilla del S-VII adosada a una peña en un monte próximo. En sus inicios fue un monasterio y como todas las construcciones de ese tipo ha pasado por numerosas fases y problemas. De lo que hoy queda construido cabe destacar unas preciosas pinturas murales que datan del S-XV y que fueron restauradas entre los años 2012-2015. También es de destacar «O Calvario» del S-XII.


El paso siguiente de la visita lo situamos en O Forno dos Mouros, un dolmen bien conservado y muy poco conocido. Se trata de una gran piedra (anta) colocada oblicuamente sobre 4 pilares (esteos o chantas), de los 7 que forman la cámara funeraria. Tiene una especie de corredor de acceso, del que se conservan los pilares y se supone que en su momento también estaba cubierto. Al parecer existen unas pinturas en el interior, que datan del S-III y que desgraciadamente no hemos podido ver, tal vez porque el estado actual de mantenimiento no lo permite (humedades, etc..). Cerca de allí está Pena Moura, un peñasco que vimos de lejos y del que Ipi se queja que no nos hayamos acercado a ver.

Desde allí continuamos el recorrido hasta la Fervenza das Brañas, un precioso paraje digno de visitar, que tiene contiguo un molino. Y desde allí, por una pista que asciende por el monte, tras un hermoso recorrido se llega a la Lagoa de Sobrado, en las proximidades del monasterio, que fue construida por los monjes entre los años 1500 y 1530 para embalsar el agua de los ríos próximos, para regar prados, mover molinos y disponer de pesca.
Ya llegados a Sobrado, era el momento ideal para comer algo y como la temperatura en el exterior no era especialmente alta, nos apuntamos a un menú en el que de primer plato nos presentaron una «piscina» de sopa muy caliente y luego una buena chuleta de ternera gallega, además de postre, café, etc..
Como quiera que no se podía acceder al monasterio ni a la iglesia nos limitamos, tras la comida, a un paseo por el exterior, que continuamos a lo largo del pueblo para localizar la que hace más de 60 años era la vivienda y escuela donde mi tío Francisco Rodríguez Gigirey impartió su magisterio durante varios años. Allí nació alguno de mis primos por parte de padre, a los que aproveché para enviar unas fotos del lamentable estado actual para confirmar que aquella era la edificación donde vivieron.
Terminado el recorrido por Sobrado, a donde nos hemos comprometido a volver para la visita del monasterio, nos dirigimos a lo que era la segunda parte del fin de semana, consistente en una cena y alojamiento en la Rectoral de Cines, a donde llegamos a media tarde. La casa rural ya la conocíamos por haber estado en varias ocasiones, en concreto en un cocido con el grupo del Chiringuito, mas nosotros en otras celebraciones.
La cena estuvo bien y muy tranquila, porque la casa estaba solamente ocupada en 5 de sus 11 habitaciones disponibles, de las cuales 4 eran parejas de diversas edades y la quinta una «peregrina» extranjera. Terminada la cena, nos dirigimos al salón con chimenea para terminar la velada con un digestivo. Pudimos conocer una nueva ginebra gallega (25 Lolitas), que preparan en Vedra y que nos dejó buen sabor de boca, antes de ir a la habitación.






Ya por la mañana, un muy bien presentado desayuno nos preparó para salir al exterior, donde se había anunciado lluvia en abundancia. Antes de abandonar el lugar esperamos para la apertura de la iglesia contigua, que nos mostró con gran interés su párroco, Don Evaristo, descubriendo que tiene muchas cosas que ver. Parece que hace unos años se hizo la restauración del techo, que estaba en muy mal estado, y que haría falta invertir al menos otros «25 millones» (de las antiguas pesetas) para recuperar unas pinturas murales. El párroco dijo que él sí tenía ese dinero, pero que era suyo, y que quien debía costear la restauración era Patrimonio.

Y finalmente, para terminar el programa de fin de semana, nos dirigimos a A Malata, para ver ganar al Racing de Ferrol por 3-1 ante el Tudelano. Por cierto que las previsiones de lluvia se cumplieron y en el segundo tiempo del partido llovió como si fuera el diluvio universal.