Por Tierras de Castilla

Hace muchos años que este viaje por las tierras de Castilla estaba esperando al momento adecuado para llevarlo a cabo. Y se debe a que el que fue mi suegro, Jesus Conceiro Ruiz, fallecido en julio de 2009, siempre quiso que sus restos reposaran en la tierra de donde era natural y que tanto le gustaba. Aunque nacido en Amusco, provincia de Palencia, añoraba toda Castilla, y sus amplias llanuras.

Ipi en Urueña, Octubre de 2019

Durante muchos años sus cenizas estuvieron esperando el momento adecuado ya que en vida de Pilar, la que fue su esposa, se mantuvieron inicialmente depositadas en el camposanto de Riveira. Pero Ipi, que se convirtió en la depositaria de su legado mental asumió que, tras la muerte de su madre, había que cumplir con los deseos de Jesus y llevar sus restos a las tierras castellanas. Y para ello Ipi eligió como destino Urueña, la llamada ciudad del libro, que su padre, buen amante de la lectura, había conocido en sus recorridos por aquellas tierras. La elección de ese destino la tomó Ipi en un viaje que nosotros realizamos allí en octubre de 2019, regresando de Almería. De modo que tras aquel paso nuestro por esa localidad, comunicó a sus hermanas y sobrinos que Urueña sería el lugar donde reposarían las cenizas de Jesus. A partir de ahí se encargó de preparar el viaje, fijar las fechas y hacer las reservas de alojamiento. Pero poco despùés llegó la pandemia, las restricciones de viajar, y las sucesivas olas de Covid que durante más de dos años impidieron la realización del proyecto hasta ahora.

Llegado el momento, el sábado 17 de septiembre tomamos rumbo a Castilla, teniendo como destino inicial la localidad de Villagarcía de Campos, para visitar la Colegiata, a la que allí conocen como El Escorial de Campos por algunas similitudes con la obra encargada por Felipe II. Esta visita formaba parte de un amplio programa que Ipi preparó y que sobre la marcha hubo de modificar debido a las dificultades para conseguir el acceso a buena parte de las inicialmente previstas. En la Colegiata tuvimos una guía que demostró ser buena conocedora de toda la historia del lugar, y de las peripecias de la vida de Jeromín, hijo ilegítimo de Carlos V y por tanto hermano natural de Felipe II, a quien más tarde llamaron Juan de Austria. Este, (Jeromín) se había criado en aquel lugar bajo la protección de Magdalena de Ulloa y el prior del monasterio, Luis Quijada. La Colegiata tiene en efecto mucho que ver, y tuvimos ocasión de verificarlo en una prolongada visita durante esa mañana del sábado.

Por eso este año, una vez superados los inconvenientes, se reprogramó todo para llevar a cabo su idea en el fin de semana del 17 y 18 de septiembre. Por diversas circunstancias el número de asistentes al acto quedó reducido a dos de las hijas (Amalia e Ipi) junto a sus respectivas familias directas, es decir un total de 7 personas.

De paseo por Urueña

De Villagarcía de Campos marchamos a Urueña, donde teníamos encargada la comida en el Mesón que lleva el nombre de la localidad, en el que nos atendieron bien y comimos de forma aceptable, después de haber tomado un aperitivo con unos torreznos en la terraza de un bar local. Terminada la comida, una pequeña siesta en los bancos de la plaza, al aire libre, para retomar fuerzas de cara a las actividades previstas para la tarde.

Y la primera de esas actividades consistió en la visita al Museo de la Música, en el que pudimos ver más de 600 instrumentos musicales de muy diversas épocas y de todas partes del mundo, guiados por una locución que nos iba desgranando las particularidades de los instrumentos, situados en vitrinas, con el sonido de algunos de los previamente seleccionados. La visita resultó interesante, y al parecer los instrumentos allí expuestos son aproximadamente un 50 % de todos los que tiene el museo en sus fondos.

Completada la visita al museo, nos dirigimos a las almenas de la muralla de Urueña, desde donde las vistas de las llanuras castellanas son realmente impresionantes. Allí, tras un paseo relajado por la muralla, procedimos a leer algunos versos de autores castellanos y también un pequeño relato escrito por el propio Jesus. Fue el paso previo a depositar las cenizas en las tierras de Castilla como Jesús manifestó en vida y cuyo deseo sus hijas se encargaron de cumplir.

Abandonando Urueña, nos cruzamos en sus proximidades con la iglesia de la Anunciada, una preciosa joya románica que no pudimos ver por dentro, pero donde pudimos hacer unas fotos. Previamente al viaje Ipi había tratado de conseguir una visita al interior, pero resultó imposible porque se iba a celebrar una boda y no permitían el acceso. En el viaje anterior citado, del año 2019, Ipi y yo ya tuvimos la oportunidad de verla y admirar una serie de tallas que contiene.

Desde allí ya viajamos directamente a Valladolid, ya que habíamos reservado en un hotel que resultó estar en las afueras, en un polígono industrial. Tras una breve parada para dejar los equipajes, continuamos hacia el centro de la ciudad, en la que encontramos muchísima animación. Estaba muy buena temperatura y las terrazas estaban llenas de gente. Nos dio tiempo de dar un pequeño paseo por la zona antes de acceder al restaurante Parrillada de San Lorenzo, ubicada en los bajos de un convento que, en sus pisos superiores continua ocupada por las monjas. Allí pudimos degustar unas morcillas y un sabroso lechazo que nada tuvo que envidiar al que en un viaje anterior nos sirvieron en el Figón de Recoletos, que pasa por ser el de más fama de la plaza. Además, el marco es incomparable y la atención que nos dispensaron fue también excelente. Al final de la cena, como los jóvenes querían irse al hotel a descansar, decidimos quedarnos los cuatro mayores para dar un paseo por el centro de Valladolid y así bajar la cena para dormir mejor.

En la mañana del domingo, después de desayunar en el hotel, nos dividimos por una parte Ipi y yo con Chema y Hugo para visitar a la familia en Laguna de Duero, mientras Fernando, Mayi y Héctor se quedaron paseando por Valladolid. Y tal como habíamos acordado, nos reunimos de nuevo en Wamba, para una visita a la iglesia de Santa Maria, donde además del templo, francamente hermoso, hay un osario enorme que causa verdadera impresión. Se trató de una visita guiada, con lo cual conocimos con gran lujo de detalles las particularidades de la iglesia y del osario ubicado en un lateral de la misma, a resultas de un monasterio que allí estuvo ubicado en otros tiempos.

Antes de abandonar el pueblo nos tomamos un aperitivo en el bar, al que estábamos invitados por Marta, la mujer de Paco, un primo del padre de Hugo y Chema, que resultó ser la secretaria de ese mismo ayuntamiento, aunque ella no nos acompañó en esa ocasión.

Y ya terminado el aperitivo, de nuevo a los coches para dirigirnos a Villanubla, el pueblo donde está situado el aeropuerto vallisoletano, para comer en un restaurante próximo, desde donde tras la comida acompañamos a Chema al citado aeropuerto, puesto que él había llegado a Valladolid por vía aérea desde Barcelona, y tenía su vuelo de regreso a media tarde. Nosotros terminamos en ese momento nuestra estancia en tierras castellanas para regresar a A Coruña, a donde arribamos cerca de las 9 de la tarde.

Resultó un excelente fin de semana, tanto por el tiempo como por el contenido, y especialmente porque se consiguió el objetivo inicial del programa, que no era otro que dejar en los paramos de Castilla los restos de Jesus Conceiro, el padre de Julieta, Amalia e Ipi.

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