Outono Gastronómico 2022

Al igual que en los dos últimos años, también en este 2022 quisimos apuntarnos al Outono Gastronómico, seleccionando en esta ocasión como destino la zona de A Rua y aledaños, y como alojamiento la Casa Rural Pacio do Sil, en las proximidades de A Rua. Y las fechas seleccionadas fueron las del finde del 24-25 de septiembre, condicionado principalmente por la dificultad de encontrar una casa que nos permitiera solo una noche y que además tuviese capacidad suficiente para alojar a los asistentes habituales de los años 20 y 21.

Pese a todo, la proximidad de las fechas y las numerosas ocupaciones de algunos de los que en esos otros años habían asistido, limitaron a 5 el número de parejas que nos apuntamos al plan.

El programa fue concienzudamente preparado por Ipi, teniendo como punto principal la visita al Santuario de As Ermidas, a realizar el domingo 25, pero que en la jornada previa del sábado tenía ya otros destinos que quedaban de camino.

De ese modo, el sábado 24 nos pusimos en marcha a las 9 de la mañana en 3 vehículos, ocupado uno de ellos por Armando y Pila, un segundo conducido por Jose y llevando como acompañantes a María, Rafa y Elena, y el tercero conducido por Fernando a quien acompañábamos Mayi, Ipi y yo. Con este sistema, evidentemente mientras unos conducían… otros viajaban como señorones…

Pero ya se sabe que en todo tiene que haber ricos y pobres….

El primero de los destinos fue Castro Caldelas, donde tras llegar hicimos una breve parada en un café del centro del pueblo, para degustar unos trozos de bica acompañando a los cafés de rigor. Y de inmediato nos dirigimos a la primera de las visitas, que no era otra que al Castillo que domina el pueblo, una fortaleza medieval que fue la mas importante de la Ribeira Sacra y tuvo un papel muy activo en los conflictos de la época, y en especial en la denominada Revuelta Irmandiña. En él recorrimos las diferentes estancias, en algunas de las cuales hay exposiciones temporales. Durante algo más de una hora pudimos fotografiar no solo el interior del propio castillo, sino también aprovechar su privilegiada situación para observar desde allí todo el entorno.

Tras la visita al castillo, nos dirigimos a la iglesia de Santa Isabel, en las proximidades, que tiene al lado el cementerio, y desde donde también hay unas excelentes vistas del valle situado junto a la localidad. El paseo por el pueblo fue muy relajante y agradable, pero como el programa de visitas era amplio, no tuvimos mucho tiempo para alargar la estancia, y hubimos de volver a los coches para continuar la marcha, con destino a Puebla de Trives.

Llegados a Trives y tras buscar aparcamiento, hicimos un corto recorrido por el pueblo, que realmente no tiene mucho que ver, al margen de la torre del reloj, y la plaza del Grifo, donde los peregrinos que viajaban hacia Compostela hacían un alto para refrescarse. Allí teníamos hecha la reserva para la comida. El restaurante elegido era La Viuda, recomendado por una amiga de Ipi, donde nos atendieron estupendamente y pudimos degustar algunas especialidades de la zona y de la casa. Resultó una comida agradable. Al terminar, de camino hacia los coches hicimos una parada en una confitería-café próxima, para adquirir las características Bicas de Trives.

Desde Trives nos dirigimos hasta una zona próxima, los Castiñeiros de Pumbariños, una serie de enormes castiñeiros, entre los cuales hay uno que destaca sobre los demás por su envergadura, lo que da idea de su antigüedad. Alli aprovechamos para hacer las fotos de grupo, y por parejas, para el archivo particular de cada uno y para enviar a la familia,

La siguiente parada, de camino hacia nuestro alojamiento, la hicimos en Ponte Bibei, un puente romano situado junto a la antigua calzada también romana donde además pudimos observar un par de miliarios de la época. Fue un alto en el camino para hacer algunas fotos.

Y ya desde allí, ruta directa hasta la casa rural, a donde llegamos poco después de las 7 de la tarde. Apenas tuvimos tiempo de dejar los equipajes en las habitaciones, porque nos recomendaron acercarnos al lago próximo, que viene a ser la cola del embalse, desde donde pudimos contemplar una excelente puesta de sol y tomas espléndidas fotografías del momento, a la vez que dar un pequeño paseo por el entorno del lago.

De todas formas, en poco mas de una hora regresamos a la casa Pacio do Sil con la idea de tomarnos una cerveza previa a la cena. Pudimos hacerlo, pero aprovechando las últimas existencias que tenían disponibles porque, al parecer, este era el primer fin de semana que la casa estaba abierta tras la pandemia y no se habían molestado en acopiar más que lo imprescindible para preparar la cena y el desayuno. El propietario nos argumentó que los precios que la Xunta había fijado para las actividades del Outono Gastronómico apenas cubrían sus gastos, lo que nos pareció poco adecuado, ya que entendimos que si no era atractivo para ellos, lo que deberían hacer es no adherirse al programa, pero no venía a cuento tratar de justificarse ante nosotros por sus carencias.

En cualquier caso, pasamos a la cena, que no fue gran cosa. Ninguno de los dos menús ofertados estuvo a la altura de las expectativas (que ya no eran muchas). Cabe señalar la buena voluntad y el interés de la hija de los propietarios por atendernos bien, pero desde luego sin ninguna duda este ha sido el peor de los tres Outonos que hemos disfrutado, y desde luego si para el próximo año el programa continua y decidimos acudir, deberemos estudiar y valorar con más cuidado la casa rural en la que alojarnos. El desayuno de la mañana siguiente no mejoró la cena.

Ya abandonada la casa el domingo 25, habíamos concertado con un guía -José- la visita al santuario de As Ermidas, para lo cual acordamos encontrarnos con él en la carretera de acceso al santuario. Es una empinada y estrecha carretera que va recorriendo las estaciones del vía crucis hasta llegar a la base de la iglesia. Nuestro guía nos explicó con todo lujo de detalles todo lo relativo a la construcción y orígenes del santuario, inicialmente desde el exterior y más tarde desde el propio interior del mismo, accediendo a todas las dependencias. La visita duró un par de horas que a alguno se le hicieron largas aunque a la mayoría les resultó de gran interés.

Si bien cuando iniciamos la visita prácticamente éramos los únicos visitantes, a lo largo de la mañana la afluencia de fieles o turistas fue en aumento y cuando terminamos había ya bastante gente. Nos explicó José que el próximo fin de semana aquello estará abarrotado ya que coincide con la celebración anual del santuario.

Saliendo ya de As Ermidas hicimos una parada en los aledaños, para ver un molino de agua próximo, y ya desde allí tomamos rumbo directo hacia nuestro último destino del fin de semana, que era el Pazo do Castro, en Barco de Valdeorras, lugar elegido para la comida final de nuestro periplo por las tierras de Valdeorras.

Como quiera que llegamos con algo menos de media hora de antelación al horario fijado, y habida cuenta de que estaba un día espléndido, decidimos solazarnos en la terraza exterior del Pazo mientras nos tomábamos unas cervezas como aperitivo previo.

El Pazo do Castro es una antigua propiedad rehabilitada años atrás y acondicionada como hotel, con una serie de habitaciones en la edificación principal que han sido ampliadas construyendo otras en edificaciones anexas (antiguas caballerizas). Hoy el Pazo está dedicado a la celebración de eventos y es el principal alojamiento de la zona, así como el de mayor nivel de Valdeorras. La comida resultó francamente bien, con lo cual nos dejó un excelente regusto gastronómico del Outono 2022. Y al final de la comida en el interior del restaurante, optamos por salir a tomar el café en la terraza donde ya previamente habíamos disfrutado del aperitivo.

Y ya luego dimos por terminadas las jornadas de Outono Gastronómico por este años y todos los asistentes nos despedimos para el regreso a casa, felicitándonos mutuamente por el buen fin de semana disfrutado y la exitosa organización de Ipi.

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