Un finde para recordar

Este último fin de semana, es decir el último del mes de noviembre, ha sido especialmente interesante y merece la pena ser destacado tanto por la cantidad de actividades realizadas como por la diversidad y excelente resultado de las mismas.

Para empezar, y anticipándome al propio finde, el pasado jueves día 24 tuvo lugar en la sede de Espazo+60, de Afundación, una presentación del programa Historias Vividas para el próximo año, y para animar a los posibles interesados, la organización nos invitó a quienes el pasado año escribimos y completamos nuestro Libro de Vida a que expusiésemos a los asistentes nuestra particular visión del programa. Fue un acto sencillo, breve y de lo más natural, en el que volvimos a encontrarnos cinco de los siete que lo completamos en los años 2020 y 2021.

Lucia Fumero Trio, en Afundación

Y ya entrando de lleno en las actividades a que hice antes referencia, para el viernes 25 teníamos reserva de entradas en el auditorio de Afundación para asistir al concierto de jazz de Lucía Fumero Trio. En su momento reservamos para Pilar y para mí, y junto a nosotros incluimos a varios de los habituales del grupo, aunque finalmente no todos pudieron asistir y repartimos las entradas entre otros conocidos para no desaprovecharlas. Lo cierto es que todos los que acudieron salieron tan satisfechos como nosotros con la gran actuación del trio. Las composiciones eran todas de Lucía Fumero, que las interpretaba al piano, junto a un contrabajo y un batería que cumplieron a la perfección.

Tras el concierto, María José había reservado para cenar en Gatopeixe un local cercano a la plaza del Campo de Artillería. La cena no estuvo mal, sin ser nada especial, pero el local es muy ruidoso y estaba abarrotado de los parroquianos próximos, por lo que en cuanto terminamos de cenar salimos de allí sin alargar la sobremesa.

El sábado amaneció gris, pero sin lluvia, por lo que nos animamos para hacer una caminata. Dentro del amplio abanico que Ipi tiene anotados para ocasiones similares, optamos por ir a una que se desarrolla en el entorno del Encoro de Cecebre. Sus anotaciones (que no sé exactamente de donde procedían) indicaban que la ruta se llevaba a cabo entorno a la mitad más o menos del embalse, pero al llegar allí nos encontramos con que hay una ruta perfectamente diseñada y señalizada que discurre alrededor del citado embalse, pero más amplia que la que ella tenía guardada. Pese a que yo tenía claro que, al menos en apariencia, la señalizada allí era más interesante, al final me dejé guiar por el interés de Ipi en la suya, y allí nos dirigimos.

Y resultó ser una complicación porque esa ruta se separaba de la principal, sin estar debidamente señalizada, con lo que terminamos haciendo un recorrido de lo más complicado, por caminos muchas veces poco transitables, y guiándonos más por la orientación del embalse, aunque la mayor parte del tiempo haciendo un recorrido mucho más lento, poco accesible y que finalmente nos hizo tardar mucho más en proporción a lo largo de la senda. Hay que señalar que en buena parte del curso de la marcha los caminos eran francamente atractivos, pero en el conjunto tengo la seguridad de que hay que volver a recorrer la ruta por la senda señalizada.

Aunque más tarde de lo inicialmente previsto, llegamos cerca de las 3 de la tarde al punto inicial, que está junto al restaurante Las Tablas, que yo conocía ya de cuando algunos domingos iba a jugar al futbol a los campos de deporte de Abegondo, porque al final del partido nos juntábamos allí para tomar unas cañas y unas tapas de callos.

Como quiera que el local estaba a esa hora a tope, tuvimos que esperar un rato para poder comer, pero al final lo hicimos y, tras la comida, regresamos a casa, antes de proseguir con el plan fijado para la tarde. Y ese plan no era otro que asistir a la función del Teatro Rosalía, a la representación de una obra sobre la vida de Ramón Areces, el fundador de El Corte Inglés. La obra no valió gran cosa, mas bien diría que fue un fiasco. De hecho en su momento, cuando cogimos los abonos del teatro, esta era una de esas obras que ponen como añadidas y no la habíamos adquirido. Pero como tenían las entradas Mayi y Fernando y tenían un viaje, nos las cedieron y por esa razón fuimos a verla.

A la salida del teatro, como no habíamos reservado para la cena, encontramos todo abarrotado y tuvimos dificultades para encontrar un local donde poder tomar algo a modo de cena, lo que conseguimos finalmente en el Mesón El Real, sin grandes pretensiones.

La mañana del domingo empezó con un apretado programa, ya que a las 12,30 teníamos en Bellas Artes un concierto de guitarra acompañado de un recital de poesía. La poeta, Yolanda Castaño, a quien ya conocíamos por un recital años atrás en el Agora, desgranaba algunos versos y a continuación José Manuel Dapena, acompañado de su guitarra, interpretaba algo de Granados. Fue una magnífica actuación de ambos, que al final nos obsequiaron con otro poema de Yolanda mientras de forma simultánea el guitarrista acompañaba sus versos con el Romance español. Este cierre resultó ser lo mejor de toda la actuación, ya que si el resto fue bueno, el hecho de que en ese bis música y palabra estuviesen al unísono, le añadió un plus especial.

La segunda actividad de las programadas el domingo era una comida en Ecletic, un restaurante que a mi siempre me ha gustado y al que no habíamos ido desde que se cambió de ubicación. Ahora el local es mucho más amplio y acogedor, y el menú más variado y elaborado, si cabe, que antes. Tras la recepción, un aperitivo de pie frente a los fogones, y antes de acompañarnos a la mesa. Los menús, corto y largo, se diferenciaban únicamente en 3 bocados, porque el largo añadía caza (en esta ocasión pichón) y un postre adicional. Se compuso de un variado de verduras, productos del mar y carne.

A destacar, a mi gusto, un carpaccio de buey, los bocados de berberecho, sardina y ostra, el solomillo de vaca vieja y el pichón, amen de que el resto de bocados estaban exquisitos, al igual que los postres.

Para acompañamiento, después de barajar diferentes alternativas, un Pinot Noir, ligero pero delicioso. En definitiva, una comida digna de recordar y que repetiremos no tardando mucho, con toda seguridad. De hecho Ipi que no es demasiado partidaria de los menús degustación y que en las anteriores visitas a este restaurante no había quedado entusiasmada, en esta ocasión terminó encantada con el menú, la atención, y el conjunto de la velada.

Para terminar la jornada del domingo, teníamos previsto ver por TV los partidos del Depor y de la selección española. Al primero de ellos llegamos solo a la segunda parte, dado lo prolongado de la comida, pero tuvimos la satisfacción de ver como mi equipo ganaba a domicilio. Y en el caso de la roja, el empate ha sido un buen resultado, y el partido estuvo disputado y emocionante.

En definitiva, que el conjunto del fin de semana ha sido más que satisfactorio, y digno de recordar.

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