Benavente-Alija del Infantado

La etapa de hoy se presumía cómoda porque era bastante más corta que la de ayer y porque además era llana y no había avisos de lluvia. Y para poner de nuestra parte todo lo necesario, acordamos levantarnos a las 7 para desayunar media hora después y estar listos para la marcha sobre las 8.

Se cumplieron más o menos los horarios y antes las 8,30 iniciábamos el recorrido, que según nos indicaron en el hostal partía de la avenida cercana. De forma que hacia allí nos dirigimos pese a la ausencia de indicadores, lo que ha sido una constante en esta etapa.

Poco después de llegar a la carretera, Mayi sugirió que preguntásemos a un ciclista que pasaba y este nos indicó que si tomábamos la vía verde, sería mejor y aunque nos orientó hacia donde seguir, no encontramos el camino, por lo cual entre las diferentes opiniones y alternativas, optamos por continuar por la carretera.

Pasados unos kilómetros, confirmamos que estábamos en la ruta correcta al llegar a la altura de una gasolinera que Gronze mencionaba. Seguimos pues por la carretera y poco después vimos que por allí cruzaba la vía verde y nos incorporamos a ella, para circular por la citada vía un buen rato.

Como más adelante el Camino se cruza con la vía verde, abandonamos esta ya con rumbo a Villabrazaro, uno de los puntos indicados en los que teóricamente hay servicios. Pero ya sea por estar en día festivo (hoy es 1 de mayo) o porque el pueblo está falto de vida, el único bar estaba cerrado, al igual que la farmacia, y por ello nos instalamos en el centro del pueblo a tomar algo de lo que llevábamos en las mochilas en unos bancos que allí se encontraban.

A esas alturas llevábamos ya 7,5 km caminados cuando afrontamos el siguiente tramo hacia Maire de Castroponce, de otros 8,2 km.

Saliendo de Villabrazaro Mayi y Rafa empezaron a polemizar sobre los diferentes estilos de dirección del personal, a raíz de las voces que escuchaban de alguien en ese lugar. Y la polémica o discusión debió de durar bastante, aunque yo no la seguí al alejarme.

El tramo hasta Maire es similar a los recorridos de todos estos días. A veces junto a la carretera y otras veces por senderos más alejados, pero todo muy llano. Lo más interesante en esta parte del trayecto es el paso sobre un puente romano sobre el río Orbigo.

En Maire volvimos a reagruparnos y aprovechamos que había un bar y allí nos fuimos a hacer un pequeño descanso. Resultó que los propietarios (un matrimonio de nuestra edad) tenían ganas de charlar y se unieron a nosotros contando lo duro y aburrido que es vivir allí. Y nos hicimos unas fotos con ellos.

El último tramo hasta llegar a Alija fue llevadero, y cuando accedimos al Refugio de Peregrinos (aquí lo llaman así) eran sobre las 2 de la tarde. Teníamos las mochilas en una habitación con 6 camas y aquí nos instalamos, dejando la habitación al completo para nuestro grupo.

El albergue es sencillo pero no está mal. Hay un solo baño, preparado para personas con discapacidad, y está limpio, aunque sobre los colchones hemos aplicado el preparado anti-chinches, por si acaso.

Nos fuimos a comer sin haber pasado por la ducha por si se hacía tarde, y total tuvimos que esperar bastante para que nos sirvieran porque el restaurante de la gasolinera estaba a tope. Comimos bien e hicimos una larga sobremesa antes de volver al refugio para sestear e instalarnos del todo.

Por la tarde, ya repuestos, fuimos a pasear por Alija. Hay una hermosa iglesia y un amplio castillo, y pese a ir bastante abrigados, pasamos frío durante el paseo.

Luego, para cenar algo, fuimos al Black & White, el otro local que la hospitalera nos recomendó. Allí nos sirvieron una rica tabla de embutidos y unas cachopinas que estaban deliciosas.

Y terminada la cena, pelados de frío, regresamos al refugio para dar por finalizada esta séptima etapa.

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