Para la última semana completa del mes de octubre teníamos reservado un apartamento de los que BBVA pone a disposición de sus empleados, en este caso en Empuriabraba, un lugar muy interesante en la costa catalana.
Pero debido a la situación política y social derivada del proceso independentista, empezaron a surgir entre las chicas (Ipi y Elena) deseos de renunciar al apartamento en cuestión y orientar esa semana de asueto en otra dirección. Y como siempre, las chicas convencen a los chicos, y así, sin otra preparación que las ganas de pasarlo bien, de repente optamos por aprovechar esa semana ya programada (de vacaciones para Elena y Rafa) y tomar un rumbo diferente.
Y la ocurrencia fue dirigirnos al sur, sin programa concreto pero tratando de aprovechar al máximo esos días. De modo que, como primer destino tiramos hacia Toledo con la idea de acercarnos a observar la berrea en el parque de Cabañeros, habida cuenta de que la previa experiencia que Ipi y yo tuvimos con la berrea en Asturias había resultado fallida.
De camino hacia Cabañeros, sin reservas previas,
hicimos una parada en Illescas para comer y ya puestos allí aprovechamos para visitar una iglesia con cuadros de El Greco.
Sobre la marcha, mientras Rafa conducía, Ipi y Elena a golpe de tableta iban localizando primero la forma de conseguir una reserva en la visita de la berrea de la mañana siguiente, lo que conseguimos sin grandes problemas, y luego, ya mas dificultoso, posibles alojamientos en casas rurales para pasar esa primera noche, mientras yo me ocupaba de ir llamando a los respectivos teléfonos para conseguir la reserva. Pero una tras otra fueron resultando negativas las llamadas, hasta que al final conseguimos plaza en un bungalow de un camping próximo a Cabañeros.
Conseguida la reserva, volvimos a Toledo a pasar la tarde y pasear por sus calles antes de conducir hasta localizar el camping en cuestión, a donde llegamos pasadas las 11 de la noche. El alojamiento resultó ser una cabaña mínima donde pese a todo conseguimos acomodarnos con buena voluntad para tratar de dormir las pocas horas que nos permitía el programa, ya que habíamos de madrugar para llegar a Cabañeros a la hora precisa para iniciar la berrea.
La salida matinal fue también
una pequeña odisea, puesto que no estaba bien localizado el punto de encuentro para las berrea, y el GPS nos llevaba equivocado. Salimos del camping tras un grupo de coches que deducíamos iban al mismo punto de encuentro, hasta que al final nos decidimos a aplicar el sentido común y terminamos llegando a lugar acordado con apenas tiempo para montar en los todo-
terreno que nos llevarían por la dehesa de Cabañeros.
La jornada resultó muy interesante. Hacía una mañana despejada, aunque fría, y
conseguimos muchas y algunas buenas fotografías de los ciervos berreando y recorriendo el parque. Vimos también algunas aves aunque muy en la lejanía, pero en su conjunto mereció la pena la experiencia.
Y después de degustar unos torreznos al final de la berrea, regresamos a Toledo para
seguir visitando la ciudad. Recorrimos sus calles, visitamos la Casa del Greco, y terminamos en el Parador, donde se pueden avisar la
mayor parte de los monumentos de la ciudad. Y al final de la jornada, nos dirigimos a nuestro siguiente destino: Jaén, donde también habíamos realizado la reserva de alojamiento sobre la marcha, asi como una reserva para visitar una almazara y conocer don detalle todo el proceso de recogida y prensado de la aceituna. Es de reseñar que inicialmente tratábamos de asistir a una “varea” pero no fue posible.
Llegados a Jaén, ya anochecido solo nos quedó tiempo para pasear un poco por la ciudad e ir a cenar algo en una terraza cerca de la catedral. Curiósamente en Jaén terminaba ese
día la feria y casi nos encontramos con problemas para acceder con el coche al hotel a causa del corte de algunas calles. Finalmente, por aquello de ser turistas, nos facilitaron el acceso.
A la mañana siguiente nos
dedicamos a la visita de la enorme catedral de la ciudad, y más tarde acceder al castillo-parador que está en lo alto de la montaña y desde el que se divisa toda la ciudad. Previamente habíamos intentado visitar los baños arabes que por ser lunes estaban cerrados a las visitas.
Sin tiempo para relajarnos, desde el castillo de Jaén salimos hacia nuestro destino en la almazara de la marca “Orobailén” en donde teníamos la reserva a última hora de la mañana.
Resultó francamente interesante conocer todo el proceso de descarga de la aceituna, prensado y selección de calidades para determinar
lo que es aceite virgen, virgen extra, prensado en frio, etc. Allí mismo pudimos adquirir algunas selecciones de aceite, asi como otras “delicatessen” como las perlas de aceite y las mermeladas de aceite.
Terminada la visita a la almazara, nos quedó tiempo para una comida rápida en un pequeño restaurante que nos recomendaron, para desde allí, sin más descanso, volver al 

coche para ir hasta las localidades de Ubeda y Baeza, ambas patrimonio de la Unesco, por cuyas calles paseamos admirando sus monumentos.
Y desde allí, directamente a Córdoba, donde también habíamos conseguido alojamiento con gestiones desde el coche. Hay que reseñar que desde el primer día de viaje intentamos también lograr reservas para visitar la Alhambra en Granada, y que aunque inicialmente no lo conseguimos, en un segundo intento, un par de días antes de llegar allí, aparecieron unas entradas disponibles aunque bastante más caras, y pudimos conseguir plaza para visitar esa maravilla que ninguno queríamos perdernos, especialmente aquellos que nunca la habían visitado.
En Cordoba tuvimos la suerte de que por esas fechas había una exposición floral de patios, algo singular por cuanto el
arreglo de los patios habitualmente se hace en los meses de abril o mayo, pero en esta ocasión era una exposición atípica, pero que fue una suerte poder disfrutar ya que visitamos la mayor parte de los patios que habían conseguido premio, y algunas de las obras eran realmente bonitas.
Visitamos el alcázar, la mezquita,
callejeamos todo lo que el tiempo nos permitió y comimos en un restaurante muy característico que previamente nos habían
recomendado y donde pudimos degustar varios de los platos imprescindibles de la cocina andaluza. Tanto en el alcázar como en la mezquita no perdimos oportunidad de fotografiar todo cuanto nos apetecía guardar en la memoria, y así ha resultado un álbum super amplio de este viaje.
Desde Cordoba nos dirigimos a Granada, donde teníamos reserva para dos noches. Nos
costó bastante acceder al hotel, porque está en una zona
restringida, pero finalmente tras muchas vueltas conseguimos llegar y dejar el coche en un garaje próximo. Dado que nuestro hotel estaba en pleno centro y zona de vinos, esa primera tarde-noche nos dedicamos a recorrer diferentes bares donde son características las tapas y a base de ello cenamos muy bien. También por allí encontramos sitio para los espléndidos desayunos de que pudimos disfrutar en ambas jornadas.
En nuestro primer día completo por Granada recorrimos buena parte de la zona monumental de la ciudad, y visitamos el Albaicín, pudiendo comer en una terraza justo frente a la Alhambra con unas vistas espectaculares.
Recorrimos innumerables callejas y terminamos el día con la visita a la Cueva del Rocío, donde Juan Andrés, el amigo de David, tiene su
espectáculo. Lo cierto es que para nosotros fue una pequeña decepción porque esperábamos algo genuino y resultó ser un espectáculo montado para guiris, pero al parecer todo lo que hay en Granada es similar e incluso el taxista que nos trajo de regreso nos indicó que esa Cueva es lo más representativo dentro los tablaos que se pueden visitar en Granada.
La última jornada de estancia en Granada estaba destinada a visitar la Alhambra y no solo no nos defraudó sino que como se trataba de una visita
guiada, nuestra anfitriona nos detalló con esmero todo lo que íbamos visitando y pudimos hacer un recorrido relativamente amplio, aunque las limitaciones de tiempo impiden dedicar más espacio a algunos lugares, no siendo posible además hacer nuevas pasadas por la mayor parte de
los lugares. En todo caso, pasamos por todos los palacios, los jardines, los patios, y pudimos deleitarnos con fotografiar cada esquina, cada fuente o cada detalle que nos parecía de interés que, como digo, era la casi totalidad de la Alhambra.
Y como el tiempo es finito y los días se fueron pasando casi sin notarlo, terminada la visita a la Alhambra no nos quedó más remedio que tomar el camino de regreso, por lo que desde allí ya directamente cogimos el camino de regreso. Hicimos una parada para comer cerca de Jaén, en un restaurante de carretera, y tras diferentes deliberaciones, optamos por reservar para pasar la noche, camino de casa, en Avila, a donde llegamos ya de noche.
La ciudad estaba vacía y casi nos costó encontrar un buen lugar para cenar aunque finalmente lo hicimos en la plaza del ayuntamiento. Degustamos el cochifrito típico, entre otros platos. Y antes de ir a dormir, nos tomamos unos digestivos en el patio-claustro de un hotel de Avila.
Con bastante frio a la mañana siguiente nos dedicamos a recorrer lo más representativo de esa pequeña ciudad, catedral, murallas, calles principales, etc. Y ya de allí, directamente optamos por el regreso a casa.
En resumen, un viaje imprevisto pero con un resultado excepcional, ya que tuvimos muy buen tiempo, pudimos hacer un recorrido amplio por zonas y ciudades que no conocíamos o de las que teníamos ganas de conocer más, y sin agobios de gente. Como siempre, comiendo bien, descubriendo nuevos platos y vinos y sobre todo compartiendo todos esos momentos entre los cuatro viajeros que tan bien nos compenetramos.
En esta ocasión sería injusto dejar de señalar la compañía permanente que nos hizo el “procés” ya que durante todo el trayecto no dejamos de escuchar los pasos que Puigdemont y sus mariachis iban dando para cada día, con nuevas actuaciones, crear follones en Cataluña, razón por la cual nuestro viaje cambió de rumbo y se orientó hacia el sur.
Prácticamente en el 80 % de las horas de coche (y fueron muchas), las noticias de la radio no hacían más que hablar de la evolución de los acontecimientos en el Parlament y de la deriva que los independentistas iban tomando hasta que finalmente el gobierno central aplicó el artículo 155 y Puigdemont decidió largarse a Bruselas junto con alguno de sus discípulos.