Roma, siempre eterna

Es verdad, Roma es una ciudad que siempre aparece igual de atractiva, igual de interesante, llena de turistas, con buena comida y un montón de alicientes para ser visitada de cuando en cuando. Por esa razón creo que seleccionamos este destino cuando, hace varios meses, atendimos a uno de esos guiños que Iberia y Vueling hacen cada cierto tiempo para meterte en vereda y animarte a que compres unos billetes teóricamente baratos. Y en esta ocasión fué Elena quien inició el tanteo y nos llevó al huerto. Pero hay que decir que aunque el viaje ha sido esta pasada semana, hace casi 6 meses que se compraron los billetes, creo que concretamente el 26 de septiembre de 2016.

Para mí esta fué mi cuarta visita a Roma, creo que igual para Ipi y la segunda o tercera en el caso de Rafa y Elena. Lo que nos daba a todos un plus de comodidad para seleccionar con criterio lo que queríamos ver, lo que queríamos hacer y cuanto tiempo estar. Y como hubo tiempo para preparar el viaje, al final eso se hizo en los últimos cuatro días. Lo hicimos entre todos, con un cierto reparto del trabajo (el trabajo en equipo siempre nos funciona bien), por eso Elena compró los billetes de avión y seleccionó la reserva de alojamiento, y también aportó en los últimos días alguna información sobre sitios de interés para visitar. Ipi se ocupó de ver lugares interesantes a los que acudir y también recogió de sus amistades y familia sitios donde degustar buena pasta, buenos postres, y visitas de interés. Rafa hizo la reserva del aparcamiento y la recogida en Roma para llegar al apartamento, nos llevó hasta la puerta del avión y se ocupó de fotografiar todos los aspectos recónditos de cada una de las visitas, completando asi la totalidad de fotos que entre todos hicimos. Son más de mil entre cámaras y teléfonos en los cuatro dias del vieja. Yo también trabajé, claro está, encargándome de planificar las visitas, situar en el mapa cada uno de los lugares de interés y recogiendo información escrita sobre lo que pensábamos visitar. Como dije, trabajo en equipo.

Asi pues, el viernes día 10 de marzo a las 8,30 de la mañana nos poníamos en ruta a Lavacolla para alli coger el avión de Vueling que nos llevaría drectamente a Roma. Curiósamente, y en contra de lo que ya viene siendo habitual últimamente, el vuelo salió a su hora y llegó a destino con exquisita puntualidad, aunque luego la recogida de maletas se alargó un poco. Tardamos también algo en localizar en el aeropuerto a nuestro chofer y una vez llegado al punto de destino hubimos de esperar unos minutos a que nos dieran acceso al apartamento, Suites Giulia, en el mismo centro de la ciudad, que por cierto resultó ser excelente, cumpliendo con creces lo que las fotos que lo anunciaban ya anticipaban. Una vez acomodados mínimamente, el propio Dario (nuestro alojador) nos asesoró sobre algunos restaurantes donde comer bien cerca del alojamiento. Y en pocos minutos nos plantamos en Tonino, una trattoría muy cerca de Piazza Navona y de nuestro lugar de residencia. Después de esperar unos minutos por la mesa (estaba lleno y había cola, aunque era hora de terminar la primera ronda de comidas) nos acomodaron, y nos dieron de comer. Todos pasta, excepto Ipi que tuvo que conformarse con una ensalada al no tener allí pasta «senza glutine» como los italianos denominan a la comida libre de gluten. Aunque todos comimos bien, creo que quien mejor acertó en la elección fui yo, con unos macarrones con jugo de ternera que desde que entramos al local le ví a una comensal y me llevaron los ojos.

Tras la comida, comienzo de visitas… Piazza Navona, continuando hacia el Panteón y Fontana di Trevi, y luego Piazza de Spagna. Con una parada intermedia en Piazza de San Eustaquio para degustar un buen café en la cafetería del mismo nombre, lugar destacado por las guias turísticas. Desde la plaza de España, regreso por Via Condotti buscando ya lugar donde cenar. Y encontramos un sitio que nos gustó, l’Antica Enoteca, pero ya a esa hora estaba completo, por lo que decidimos hacer reserva para la cena del domingo. Continuando nuestro camino y buscando algún «gluten free», llegamos a otro de los sitios previamente recomendados, que resultó ser Bar del Fico, cerca ya de la calle Giulia. Después de muchas consultas vimos que no era posible asegurarse de que carne y pescado estuvieran libres de trazas, asi que Ipi nuevamente recurrió a la siempre humilde ensalada y los demás tomamos otro tipo de pastta, risotto o un tartar con varias especias. El local no está mal, pero estaba lleno a rabiar y había bastante ruido, por lo que no cabe calificarlo de fenomenal. Simplemente bien y en cuanto a la comida destaca el Risotto con mariscos que me tomé y compartí con Rafa. Y de allí al alojamiento, a descansar y prepararse para otra jornada de visitas, más intensa que la primera.

Triste Ensalada
Navona-Fuente 4 Rios
Navona-Fuente Neptuno
Musicos Callejeros
Artista Callejero
Plaza de España

 

 

 

 

 

 

 

Nuestra segunda jornada comenzó sobre las 9 de la mañana y cerca del apartamento encontramos un buen lugar para desayunar. No era nada espectacular, pero el zumo de naranja (naranjas sanguinas) era bueno, igual que el café y las tostadas. Para Ipi no había nada especial, de modo que usaba las galletas que ya llevaba de Coruña. Allí hicimos los tres desayunos y nos atendieron bien. Imagino que el martes nos habrán echado en falta. Y después del desayuno programamos un plan de visitas que empezando en Campo di Fiori, para ver el mercado de frutas, verduras y flores, además de numerosos puestos de pasta y mercadillo en general, nos llevó luego a la Iglesia del Gesu, fantástica, donde pudimos ver una estatua de un cristo de Miguel Angel, además de una ornamentación espectacular y unos frescos increibles. Alli nos lanzamos a fotografiar todo con sumo detalle, para luego seguir a Sta. Maria Sopra Minerva, delante de la cual está la estatua del elefante de Bernini. Por el camino, siempre lleno de gente, turistas en su gran mayoría, tuvimos ocasión de escuchar a un violinista frente al Panteón y en la Piazza della Piedra a una banda de música que interpretaba temas variados. Seguimos ruta hacia la Fontana di Trevi nuevamente, y cerca de allí aprovechamos para comer en la Hostería Trevi, donde sí tenían carta «gluten free» (así Hostería con H, que quiere decir que es un restaurante o trattoría, ya que según averiguamos, Ostería sin la H es más bien un lugar donde tomar bebidas, más tipo bar). Por fin Ipi pudo degustar pasta por vez primera, libre de gluten. De la comida, sin duda lo mejor una Lasagna que tomé yo. La comida la hicimos en una hora temprana (poco después de las 12 del mediodía) porque a las 14,30 horas teníamos la reserva para visitar los Museos Vaticanos y considerábamos que nos hacía falta el tiempo para llegar. No nos equivocamos, porque aunque aparentemente estábamos cerca, la verdad es que la entrada dista bastante de la Plaza de San Pedro, y hubimos de recorrer más de 2 kms. para llegar a la entrada de los Museos con tiempo suficiente. Durante el trayecto matinal, Elena fué haciendo acopio de diversos medicamentos para sus dolencias de garganta en cuanta farmacia encontraba al paso.

Ya dentro de los Museos Vaticanos, realizados los trámites de acceso y demás, un guía nos recibió al grupo de 37 personas que componían la visita en español y nos fué anticipando un poco de lo que sería el recorrido, pero basando las explicaciones fundamentalmente en los detalles de la Capilla Sixtina, aunque antes de llegar allí hicimos un amplio recorrido por otra serie de salas, muy interesantes y repletas de frescos, estatuas, pinturas, tapices, etc. Mención especial suponen las estancias de Rafael, justamente las que se visitan antes de llegar a la Capilla Sixtina. El guía, que terminaba su recorrido con nosotros justo al llegar a la Capilla, nos indicaba que tras la visita a la Sixtina podíamos continuar por la Pinacoteca o salir directamente a la Basílica, sin esperar otra cola. Evidentemente optamos por esta segunda opción, habida cuenta de que ya habíamos visto mucha pintura y queríamos visitar la basílica antes de ir al Trastevere, que sería el final de la jornada. En la Capilla Sixtina no pueden hacerse fotos, motivo por el cual de ahí no tenemos ninguna, pero nos cansamos de fotografiar todo lo anterior y también el interior de la Basílica, con la escultura de La Pietá, de Miguel Angel entre otras maravillas. Aprovechamos también para colarnos hasta el altar mayor, donde estaban celebrando misa antes de salir y pasear luego por la propia Plaza de San Pedro. Tras dejar atrás el Vaticano, hicimos un paso por el apartamento para coger algo de ropa de abrigo las chicas y un ligero descanso antes de ir a cenar.

Y como ya comenté, para terminar la jornada nos dirigimos al Trastévere,  que estaba animadísimo por ser sábado y porque además imagino que está siempre lleno de turistas. Allí visitamos la Iglesia de Santa María in Trastévere, donde estaban oficiando misa, y después de recorrer un poco la zona esperamos para conseguir mesa en Tonnarello, un restaurante que nos habían recomendado y que resultó ser francamente bueno. Además había pasta para Ipi con lo que pudimos todos comer a gusto. Fué un estupendo cierre del día, y tras la cena regresamos caminando hasta nuestros aposentos, para disfrutar de un merecido descanso después de una intensa jornada.

El tercer día, domingo, habíamos reservado las visitas de Foro y Coliseo, también para las 14,30 horas, con lo que programamos la mañana para hacer visitas que estaban pendientes. Una de ellas era pasar de nuevo por Piazza de Spagna, para verla de día y subir la escalinata que está frente a la embajada de España. Tras el desayuno en el mismo sitio del día anterior, tomamos esa ruta, pero pasando previamente por Piazza Navona, Panteón y Fontana di Trevi, ya que estaban en el camino. La iglesia de la Trinitá, que está en lo alto de la escalinata, no tiene mayor interés, pero sin embargo desde lo alto se divisa una bonita e interesante vista sobre Roma. Y desde alli nos fuimos directamente a San Carlo, que está en el cruce de 4 Fontani, desde donde se divisan tres obeliscos (Trinitá, Quirinalle y Santa Mª Maggiore). La iglesia de San Carlo, bastante austera, tiene sin embargo su encanto, aunque como estaban en misa no pudimos verla con detenimiento, de forma que continuamos ruta a la iglesia de Sta.Mª della Vittoria, donde se encuentra la estatua denominada El Extasis de Sta.Teresa, de Bernini. Una verdadera joya. Y continuamos nuestra ruta, con dirección a otra iglesia, Sta. Mª Maggiore, una de las cuatro basílicas de Roma, y que pasa por ser la iglesia de mayor tamaño dedicada a la Virgen Maria. Desde luego es impresionante y para acceder a ella hubimos de pasar control de seguridad, algo que solo habíamos tenido que pasar en los Museos Vaticanos. Desde allí el punto de encuentro para el recorrido por Foro y Coliseo estaba muy próximo, por lo que decidimos localizar un lugar para comer algo de forma apresurada y no llegar con el estómago vacío a la visita. Localizamos un restaurante justo al lado de la agencia desde donde partía nuestro bus, y alli comimos, un tanto deprisa.

El programa del Coliseo empezó con un corto recorrido en bus que nos llevó hasta la base del Coliseo. Nos acompañaba Vanesa, una guía italiana que debe hacer pocas veces esa visita porque, aunque se conocía la historia a fondo, la forma de transmitirla era un tanto peculiar. Y dió muestras de esa falta de práctica cuando nos dejó medio colgados para ir a recoger las entradas, mientras nombraba a Elena «dirigente» del grupo a cuyo fin le cedió su bandera indicativa. El grupo, de 17 personas, constaba además de nosotros de unos cuantos turistas procedentes de Miami, otros mejicanos y otros cuya procedencia no recuerdo ahora. En el Coliseo recorrimos únicamente la planta de base, desde nos fué contando la historia de la construcción, antecedentes y desarrollo a través del tiempo. De allí regresamos al bus, para llevarnos a la zona del Museo Capitolino, próximo a donde se situa la estatua de la loba amamantando a Rómulo y Remo y desde un alto próximo tener una visión general del Foro, con las explicaciones pertinentes. Y en un tercer recorrido de bus nos llevaron luego hasta otra zona próxima al Coliseo para hacer la visita de la iglesia de San Pietro in Víncoli, donde está la estatua del Moisés, de Miguel Angel. Ya no volvimos al bus porque desde alli nos dirigimos a pie a visitar la iglesia de San Giovanni in Laterano, la catedral de Roma. Cuando llegamos estaba ya cerrada y tan solo pudimos ver el baptisterio, que está en una capilla contigua. De camino a esta última visita hicimos una parada para tomar un café y otra para comprar Ipi unos yogures que le permitiesen completar su desayuno a base de cereales.

Terminamos el recorrido de la tarde paseando por los alrededores del Coliseo para una vez más fotografiarlo desde distintos ángulos aprovechando además la circunstancia especial de que hemos tenido estos días luna llena y nos ha facilitado preciosas instantáneas de los monumentos romanos. Y como el tiempo se agota, rápidamente desde allí tomamos ruta de regreso hacia nuestra reserva para cenar, pasando eso sí, por los Foros de Adriano y de Trajano y la Piazza Venezia, desde donde recorrimos Via del Corso hacia el norte y caminamos entre calles para llegar en hora al restaurante, no sin antes una simple parada a fotografiar, una vez más aunque esta vez de noche, la Fontana di Trevi. La cena la teníamos reservada desde el viernes en L’Antica Enoteca, y la verdad es que mereció la pena la reserva, porque estuvo francamente  bien, con productos

 

 

adaptados a las necesidades de los celíacos. Y ya no tomamos postre porque nos reservábamos para degustar los deliciosos productos de Pompi Tiramisú, que está casi al lado del restaurante donde cenamos. Estaban ya cerrando pero merced al buen rollo de Rafa nos abrieron y pudimos probar cuatro variedades de Tiramisú: el clásico, con fresas, con nueces y por último el especial sin gluten. El regreso a casa lo hicimos en taxi, debido a que mis pies ya pedian descanso tras una jornada de tanto paseo (creo que hicimos más de 18 kms, según el Endomondo de Rafa). Y todavía nos quedaba la media jornada del lunes por delante.

 

 

Y llegó el lunes día 13, fecha de regreso, aunque como el vuelo lo teníamos por la tarde, tuvimos tiempo de programar una serie de visitas durante la mañana. Tras el desayuno en el sitio de costumbre, y después de haber dejado los equipajes ya en el Hotel Indigo, contiguo a nuestras suites, nos dirigimos hacia el Trastevere, para hacer un recorrido de día en las calles que solo habíamos conocido en la noche que fuimos alli a cenar. Transitamos por aquellas calles, no tan concurridas como en la noche del sábado, pero con un ambiente interesante, pasando por un mercado y llegando finalmente a la iglesia de San Francesco a Ripa (en definitiva debe ser el mismo S.Fco. de Asis) para alli poder admirar otra de las estatuas significativas de Bernini: El Extasis de Ludovica Agripa. Tiene la misma factura de la ya vista de Santa Teresa, pero menos santa y más erótica (dentro de lo que cabe, por supuesto). Cuando llegamos a la iglesia no había nadie en el interior, pero luego llegó un grupo de turistas que casi nos arrinconan. Continuamos nuestro recorrido para llegar a la Bocca della Verita, donde tuvimos que hacer un rato de cola para poder dejar prueba gráfica de nuestra presencia y de que no se nos tragó la boca nuestras manos. Y ya alli, visitamos la iglesia aneja, para posteriormente recorrer un par de calles que nos llevaron a Piazza Venezia, para observar con detalle la estatua de Vittorio Enmanuelle II que ya habíamos visto, aunque de prisa, la noche anterior.

Con una parada previa para tomar algo en una terraza, desde alli hicimos ya viaje de regreso hacia nuestra zona de residencia para comer en Da Francesco, uno de los lugares que nos había recomendado Dario, el hostelero. También valió la pena el desplazamiento porque comimos muy bien, y pudimos alli probar las alcachofas que se exponian no solo en los mercados sino en muchos restaurantes como un producto de temporada. Son algo diferentes a las que vemos por aqui, tal vez algo más gruesas y con un color rosado. La preparación (fritas) fué excelente y tomamos nota para poder importar la receta. Y para remate, el postre lo dejamos para saborear los helados de Tre Scalini, una famosa heladería de Piazza Navona. Precisamente en la plaza, aprovechando el sol de mediodía, nos tomamos los Tartufo Nero que era el helado de referencia en ese lugar y del que habíamos leido en las guias turísticas de Roma. Y aunque nos dijeron que era también «senza glutine» debió ser un cuento chino o más bien un «cuento romano» porque Ipi, que tenía de maravilla su estómago en todos los dias del viaje, llegó a casa ya con molestas intestinales que achaca a ese último postre.

Asi concluyó nuestra estancia romana, ya que solo nos dió tiempo a tomar un rápido café en el Hotel Indigo mientras esperábamos el taxi que nos trasladaría a Fiumicino para tomar el avión de Vueling que nos trajo de regreso a Santiago. En síntesis, una nueva experiencia fenomenal del grupo que no hace sino dejar ese buen regusto para organizar nuevos destinos siempre que el bolsillo y la buena gestión de los dineros nos lo permitan en un futuro.

 

Mis viajes : Francia 1967

Hoy voy a empezar a escribir sobre los viajes realizados en diferentes épocas, viajes que me han dejado un recuerdo importante y que periódicamente vienen a la memoria con motivo de escuchar una noticia, de comentar una situación o de recordar a una persona determinada. Y lo hago porque estoy seguro que dentro de unos años mi memoria no será igual y que este blog me servirá de «disco duro» para poder rememorar, si fuese preciso, alguno o algunos de aquellos acontecimientos.

Y para empezar, evidentemente me remito al año 1967 que fué mi primer viaje importante, cuando mis amigos franceses (Yves y Christine) me invitaron a visitarlescris-1 en su casa de Paris durante el mes de julio de aquel año. Yo por entonces había terminado mis estudios de preuniversitario y desde un año atrás tenía aprobado el examen de ingreso en el Banco Hispano Americano, sin fecha concreta de comienzo a trabajar. A Cris la había conocido años atrás, en un verano en Santa Cruz, y yves-y-crisdesde entonces nos escribíamos durante el invierno, con lo cual yo practicaba mi francés y ella el español.  Por cierto, mi primera foto con ella, al día siguiente de haberla conocido, fué un tanto fallida ya que era la última de un carrete y yo salí velado, con lo cual me quedé con las ganas de presumir de amiga francesa entre mis amigos coruñeses. Fué hecha con una máquina de fotos antiquísima, que mi padre tenía y que operaba con «carretes de 6 x 9 de pase ancho» (así es como había que pedirlos cuando se compraban). Queda aqui como recuerdo esa foto de Cris y otra que ella me mandó desde Francia con su hermano Yves.

El viaje comenzó en Santiago, a donde mis padres me llevaron desde Santa Cruz ya que estábamos allí pasando el verano. Y empezó en Santiago porque se trataba de un viaje en el bus de la empresa Anpian, de Ourense, que hacía el trayecto hasta Paris en un recorrido de más de 30 horas de duración. De modo que empecé en Santiago un día sobre las 3 de la tarde y llegué a Paris al día siguiente cerca de las 10 de la noche. Era mi primer viaje importante y además solo porque con anterioridad solo en 1963 había viajado a Madrid con mis padres y en ese mismo año 1967 había ido con los compañeros de estudios en un viaje de fin de curso a Valencia y Barcelona.

Ya en Paris, durante aproximadamente dos semanas mis amigos (Yves, dos años menos que yo y Cris, 4 años menos) me pasearon por la ciudad visitando parques, calles, mercados, etc. Para las visitas de mayor enjundia, ibamos con sus padres lógicamente, pero durante las mañanas nosotros recorríamos Paris con total tranquilidad y libertad. De aquella estancia me quedan recuerdos importantísimos, ya que recorrimos todos los lugares y monumentos «imprescindibles» de la ciudad, y también me llevaron a conocer algunos lugares de los alrededores, como Versalles y su impresionante palacio y jardines. Durante uno de esos  paseos por las calles de la capital francesa, en concreto el día 10 de julio,  beatles-sgt-peppers-portadafué la compra del discobeatles-sgt-peppers de los Beatles que acababa de publicarse, Sgt. Peppers, que guardo desde entonces como una de las joyas de mi discoteca. La fecha no es que la recuerde, sino que figura en el propio disco, del que dejo aqui constancia gráfica, hoy ya bastante deteriorado en la cubierta ya que tiene casi 50 años. Pese a todo, y tal vez porque a Paris he regresado en muchas ocasiones y todo lo he vuelto a ver y de ello tengo recuerdos más recientes, la parte que ahora quiero resaltar de ese viaje es lo que vino a continuación, que fué el paso por Toulouse y los Pirineos.

Mis amigos vivian en Toulouse cuando yo los conocí, en el verano de 1964, y trasladaron su residencia a Paris varios años después, a causa del toulousetrabajo de Jacques, su padre. Pero en Toulouse continuaban viviendo los abuelos maternos de Yves y Cris, en casa de los cuales pasamos luego una semana. Si en Paris los chavales nos movíamos con libertad, en Toulouse la cosa era similar aunque evidentemente había muchas menos cosas que visitar. La casa de los abuelos era algo asi como lo que hoy llamamos un chalet individual en una urbanización, aunque en aquella zona todas las viviendas eran similares, con un pequeño jardín exterior que daba directamente a la calle. Sus abuelos eran unas personas entrañables, al igual de Giselle, la madre de mis amigos, que a mi me quería yo creo que como futuro yerno, algo que evidentemente nunca llegó a producirse, aunque ella lo ha reconocido hace no muchos años. Por aquellas fechas, Cris era la chica que me gustaba y en aquel viaje a Francia a estar en su casa, cada día junto a ella, había puesto yo muchas esperzanzas, que no resultaron seguramente porque ella tenía ya sus ojos puestos en otra persona. El hecho es que me sentí frustrado en parte.

Y de Toulouse el viaje y estancia francesa se prolongaron una semana más en la casa que los abuelos tenían en Arac, un pequeño pueblecito de los Pirineos, cerca de la ciudad de St. Girons. El lugar estaba en una zona alta, rodeada de otros pueblos más importantes, como Le Port o Massat, y cerca de un pequeño lago (L’ Etang de Lers) lugares todos ellos que pateábamos en nuestros paseos con el abuelo de mis amigos. Recuerdo que fué un mes caluroso,arac que en el monte realmente hacía calor y que los tábanos nos acribillaban, a mí especialmente, por lo cual había que estar durante los paseos por el monte siempre provisto de una sudadera para dar poca cancha a mosquitos y tábanos. Posiblemente de estos días de Arac son mis recuerdos más agradables, porque nunca volví por allí y me habría gustado hacerlo. Sé que hace unos cuantos años, ya fallecidos los abuelos, Giselle vendió su casa y ha dejado de ir por allá. Una anécdota de aquellos días, negativa por cierto, es que cuando yo trataba de congraciarme con Cris para que me hiciese un poco de caso, en una ocasión entré al baño de la casa cuando ella estaba dentro, habiéndose olvidado de cerrar la puerta y aunque de inmediato dí marcha atrás, ella se mosqueó más conmigo. No vi nada que le pudiese molestar, pero aumentó su enfado. Allí, en Arac, conocí también a unos primos carnales de Yves y Cris algo mayores que nosotros de los cuales guardo testimonio gráfico y que eran muy agradables, a la vez que ella muy guapa, por cierto.

Tras la estancia en los Pirineos, regresamos a Paris para preparar las maletas y hacer el viaje a España al terminar julio, para ellos disfrutar de sus vacaciones anuales en Santa Cruz, mi lugar de veraneo y donde yo los había conocido años atrás, como ya comenté al inicio. Jacques tenía por aquel entonces un Renault 16, coche que apenas se veía en España y que estaba muy bien valorado. El viaje lo haríamos por carretera, de un tirón desde Paris, y previamente hicimos una parada en Orleans, donde había unas naves de la empresa en la que Jacques trabajaba y donde tenía guardado su nuevo velero, de la clase 420, que nos trajimos a España montado sobre el techo del R-16. De ese viaje de regreso en el que pasamos toda la noche en la carretera, recuerdo que yo venía en el centro del asiento trasero y apenas dormí nada, mientras Cris de un lado e Yves del otro dormían a pierna suelta apoyados cada uno en mis hombros. Recuerdo que paramos a comer en Tordesillas, donde por primera vez probé el gazpacho, que por cierto no me gustó nada aunque reconozco que lo que allí nos sirvieron no se parece en nada a lo que hoy yo tomo habitualmente o al que se puede degustar en cualquier punto de Andalucía.

El viaje terminó en Santa Cruz a última hora de la tarde, donde nos esperaba toda mi familia y los amigos habituales de la pandilla de verano, de los cuales hablaré en otro momento, ya que también mis recuerdos de verano son lo mejor de aquellos años.

 

Soria, esa desconocida.

Como cada año, llegadas estas fechas Ipi y yo nos hacemos un viajecito para celebrar nuestro aniversario, el noveno en esta ocasión. Y dentro de las múltiples posibilidades que barajamos, terminamos viajando a Soria, por donde yo no pasaba desde hace 50 años, cuando el viaje de fin de curso del bachillerato. Como dicen los amigos, la progresión de los últimos años ha sido decadente de forma acelerada, si tenemos en cuenta que hace un par de años estuvimos en Dubai y Maldivas y el año pasado en Marrakech. Pero hay que conocer España, y en este caso Soria es una provincia casi desconocida para nosotros y que tiene preciosos parajes para recorrer, algunos de los cuales han quedado pendientes para un futuro nuevo viaje por la zona.

La elección del lugar vino derivada de haber buscado inicialmente un alojamiento del tipo de casa rural y encontrar lo que nos parecía una buena oferta en Valdeavellano de Tera, un hotel termal en medio de la provincia y cerca de lugares tan atractivos como Numancia, la Laguna Negra y los Picos de Urbión o el cañón del Rio Lobos, entre otros. Después de numerosas consultas terminamos seleccionando ese hotel y allá nos fuimos el jueves 15 de febrero, después de haber cenado la noche de San Valentín con nuestros amigos Elena y Rafa en La Barbería, donde por cierto habíamos degustado un rico vino de la zona de Arlanza, próxima a nuestro destino en Soria.

Hay que tener en cuenta también que otro objetivo calculado previamente era comer a la ida en Villalcazar de Sirga, en el restaurante que duranteimg_8087 mi paso por aquella zona en el recorrido del Camino de Santiago me había dejado tan grato recuerdo. Y otro punto de parada era el Monasterio de Santo Domingo de Silos, para conocerlo y escuchar los cantos gregorianos de los monjes en sus actividades habituales.

img_8078img_8085Calculado todo ello, llegamos a Villalcazar a la hora de la comida, sobre las 2 de la tarde. Aquello estaba prácticamente vacío y en el restaurante de Pablo el Mesonero solo había un par de personas comiendo, aunque luego gtras nuestra llegada se incorporó un grupo de otras 6 ó 7 personas. Alli nos sirvieron los productos característicos: Morcilla, Lechazo y de postre Leche Frita, y regado con un vino de la casa. En conjunto, una comida excelente, cumpliendo asi yo mi capricho de rememorar ese lugar, ya que cada vez que he tenido ocasión de viajar por la autovía del Camino de Santiago y pasar cerca de Villasirga me 6h5a2006quedaba con las ganas de parar a comer. La impresionante iglesia del pueblo estaba cerrada, por lo que no pudimos visitarla y nos limitamos a dar una vuelta alrededor de la misma y observar los pórticos de sus puertas.

Tras la comida, continuamos camino a Santo Domingo con la idea de llegar a visitar el Monasterio y escuchar los cantos de los monjes.6h5a20296h5a2289 Sin embargo, cuando llegamos, recién cumplidas las 6 de la tarde, vimos que ya no era posible la visita al claustro (única parte visitable del monasterio, además de la iglesia) y dado que los cantos no eran hasta una hora después, aprovechamos para hacer un recorrido por el pueblo, para estar puntuales como clavos a las 7 en la iglesia. Tuvimos suerte y pudimos escuchar las «Vísperas» que son los rezos de la tarde, con una duración próxima a los 45 minutos, de los cuales casi 35 minutos son de cantos. Una delicia escuchar a los 21 monjes recitar sus oraciones mediante cantos gregorianos. Y una experiencia que cumplió las expectativas que habíamos depositado en esa visita. Nos quedó, sin embargo, pendiente para una segunda ocasión la visita al claustro, que dejamos para uno o dos dias después.

Y desde Silos, directamente a Valdeavellano, a donde llegamos poco después de las 9 de la noche. El pueblo parecía un sitio fantasma, ya que no había nadie por las calles e incluso pensamos que estaríamos solos en el hotel, aunque a la mañana siguiente en el desayuno comprobamos que el hotel estaba prácticamente completo. Para poder cenar algo, o más bien tomar una cerveza y estirar un poco las piernas encontramos el que creo que es el único bar-restaurante del pueblo, donde la gente veía por tv el partido de futbol entre Real Madrid y Nápoles. Estuvimos alli solamente el tiempo de tomar una cerveza y unos pinchos antes de ir a dormir, para al dia siguiente desayunar a primera hora y aprovechar la jornada.

El jueves 16, tras el desayuno y pese a que inicialmente proyectábamos volver a Silos para la visita al claustro y seguir luego a Lerma y Covarrubias (Ipi había leido que esas tres poblaciones forman el triángulo de Arlanza y que valía la pena la visita), pues finalmente cambiamos de plan, un poco por indicaciones del propietario del hotel. Nos informaron que no iba a ser posible la excursión a Picos de Urbión y Laguna Negra porque en esta época del año está lleno de nieve y no se puede acceder alli, de modo que lo dejamos para mejor ocasión. img_8095Y en cambio nos aconsejaron hacer ese día la visita a Numancia, a donde llegamos a las 11 de la mañana y aunque esa hora de visita estaba ya completa para los escolares de un colegio de img_80936h5a20636h5a2057Valladolid, nos acoplamos al grupo para poder oir las indicaciones del guía, aunque luego seguimos por nuestra cuenta ya que se paraba en exceso en explicaciones para niños. De la ciudad celtíbera no queda nada, ya que fué arrasada por los romanos tras tenerla sitiada durante más de un año. Sobre la antigua ciudad los romanos construyeron la suya, y de esta quedan restos que permiten visualizar la organización de la misma, sus calles, aljibes, etc. Hay un par de construcciones que reproducen la casa típica celtíbera y la romana. Fué interesante el recorrido por aquellas ruinas que forman parte de la historia que estudiamos de pequeños en el instituto.

Y de Numancia, a Soria capital, donde lo único que encontramos de interés fué la iglesia de Santo Domingo, que valió la pena visitar. La ciudad esimg_8097 posiblemente lo menos interesante de todo el viaje. Tiene una población que no llega a 40.000 habitantes y nos limitamos a tomar una cerveza y img_8096probar los torreznos, a la vez que comprábamos la mantequilla con denominación de origen de Soria. Y sin perder más tiempo seguimos camino hacia Calatañazor, el pueblo que dió nombre a la famosa batalla en la que los cristianos derrotaron al moro Almanzor. Se dice que allí «Almanzor perdió el tambor» pero parece ser que la referencia al tambor es que allí empezó su declive y lo que perdió fueron las ganas de vivir y la salud. Perdió la «presencia de ánimo».

Calatañazor es un bonito pueblo, rodeado completamente por una muralla y enclavado en lo alto de una colina.6h5a2139 En la actualidad tiene unos 100 habitantes censados, pero según el alcalde, de forma habitual duermen allí solo una docena de personas, aunque los fines de semana hay numerosos visitantes y en verano también aumenta notablemente la población. De los varios restaurantes que hay en el pueblo, (son casi todos del mismo propietario) a diario solamente hay uno abierto, el que está en la Casa Rural 6h5a21256h5a2149Calatañazor, donde pudimos degustar unos torreznos típicos, un delicioso revuelto de hongos y Conejo escabechado. Hubimos de esperar un poco para comer ya que justamente cuando llegamos estaba el equipo de España Directo grabando en la cocina del restaurante cómo la dueña preparaba unas típicas «Migas del Pastor». En una tienda del pueblo compramos varios tipos de queso de la zona y el propietario nos dió una lección magistral sobre Almanzor, su vida y hazañas y nos contó un montón de particularidades del entorno. En definitiva, una interesante visita y muy ilustrativa sobre la historia, la comarca y la vida de los sorianos.

Y para terminar la jornada seguimos el recorrido hasta La Fuentona, que es una pequeña laguna donde nace el río Abión. 6h5a2169Tiene una cascada que en esta ocasión no pudimos ver porque no tenía apenas agua. La laguna tiene un color verde-azulado debido a las particularidades del agua que mana y está declarada como Monumento Natural. Para llegar a ella hay que recorrer a pié alrededor de un kilómetro desde el aparcamiento. Valió la pena la visita aunque fué una lástima no poder contemplar agua en la cascada.

Desde La Fuentona regresamos directamente al hotel, ya que a partir de las 7 de la tarde nos esperaba una sesión de spa y masajes en camilla. El spa bien sin más. Estuvimos un buen rato en el jacuzzi, alternandolo también con los pasos por la sauna y el baño turco. Y la sesión de camilla de masajes, un rollo, porque los masajes se reciben mientras estás tumbado en la camilla a partir del recorrido de un rodillo que te machaca la espalda. Mas que un disfrute fué casi un tormento. Y después de tanto relax y de la buena comida que habíamos degustado, ya ni siquiera nos animamos a salir a cenar.

6h5a2265El viernes 17 finalmente hicimos el recorrido del ya comentado triángulo de Arlanza. Fuimos directamente a Silos para visitar el claustro, que es precioso, aunque el guía que nos acompañó fué un peñazo. Era como quien lleva un audioguía, pero peor. Monótono en sus comentariosimg_8109 parecía una grabadora, aunque sin duda nos dió mucha información sobre los detalles de la 6h5a2209construcción del claustro 6h5a2239que es realmente fantástico. Y en el claustro, el ciprés de más de 25 m. de alto al que el poeta Gerardo Diego dedicóun hermoso soneto. El ciprés es el que sobrevive de los cuatro que se situaban en otras tantas esquinas del claustro.  Además del claustro se visita la antigua botica, biblioteca y un pequeño museo, pero valió la pena recorrer los 105 kms que separan Silos de Valdeavellano.

Para completar el recorrido del triángulo, de allí nos dirigimos a Lerma, antigua ciudad ducal que realmente poco tiene que ver. Lo mejor el Palacio Ducal hoy convertido en Parador. Tiene una hermosa plaza mayor, aunque está delucida porque se utiliza como aparcamiento y está llena de coches. 6h5a2327Tras un pequeño recorrido por sus callejas, aprovechamos para comprar productos típicos de la zona, como los torreznos, morcilla de Burgos, Lechazo y mantequilla, además de vino de Arlanza y queso de oveja churra, que es la que genera la leche de la que se nutren los corderos lechales en su corta vida.

img_8122El tercer punto del triángulo, Covarrubias, sí que valió la pena ser visitado. Llegamos justo para la hora de la comida y después de un pequeño recorrido por las cuidadas calles del lugar, comimos fantásticamente en el restaurante Casa Galin, donde una amable camarera faciltó el menú de celíacos de Ipi y donde yo pude tomar un menú degustación a base de morcilla, torreznos, sopa castellana y una espléndida chuleta. 6h5a2345Al igual que en días previos, excelente gastronomía la que hemos podido disfrutar en estos días por las provincias de Burgos y Soria.

Desde Covarrubias y de camino al cañón del Rio Lobos, nos encontramos con los restos de un antiguo monasterio, San Pedro de Arlanda, semiderruido y que dejó de estar ocupado tras la desamortización de Mendizábal. debió ser hermoso en su momento. Y pese a que recorrimos buena parte del parque natural del Rio Lobos, no llegamos a lo que es realmente el cañón porque se hizo tarde. De modo que continuando el camino de regreso, nos dirigimos a Burgo de Osma, 6h5a23836h5a2381otra hermosa población que tiene una enorme catedral y unas calles muy cuidadas. Nos llamó la atención la cantidad de gente que había en la plaza mayor, pese a que a aquella hora, caida la tarde, ya refrescaba bastante. Y antes de volver a Valdeavellano, nueva parada en Soria, esta vez para tomar una cerveza y comprobar el ambiente. Puesto que era viernes noche, había muchísima gente en las terrazas de los bares del centro, y curiosamente muchísimos niños pequeños jugando por las plazas mientras sus padres se tomaban unos vinos. Pese a todo, no variamos nuestro criterio de que Soria es una muy pequeña ciudad con realmente no demasiado interés.

Y terminado el programa de viaje, la mañana del sábado aprovechamos para comprar en la panadería productos típicos (pan, galletas, unas roscas) y en 6h5a2401un supermercado más mantequilla y unas setas, haciendo asimismo un pequeño recorrido por el pueblo, que en los dias anteriores ni siquiera habíamos visitado.

El regreso, de un tirón hasta casa, ya que coincidían en la misma fecha un partido del Depor y luego un concierto de la OSG. Todo preparado para reincorporarse a la normalidad de la vida coruñesa. Y nos queda el hermoso recuerdo de estos cuatro días disfrutados a pleno rendimiento.

Cronica de 7 días

Conforme a lo previsto, el domingo 5 de febrero Rafa y yo nos pusimos en camino hacia Andorra para disfrutar de nuestra semana de esquí, repitiendo la exitosa experiencia del pasado año en 20170205_113739botillo-2Baqueira. Se anunciaba un fin de semana complicado en lo meteorológico y nuestras respectivas20170205_214346 estaban 20170205_211738un tanto temerosas del recorrido en coche, por aquello de las posibles nevadas. Lo cierto es que la cosa no fué tan mal como se pensaba y de los 1077 kms que separan A Coruña de Andorra solamente tuvimos nieve en el tramo Astorga-León, y el viaje se hizo rápido y llegamos a nuestro destino a buena hora para entrar en el hotel, acomodarnos en la excelente habitación que nos dieron y hacer una buena cena en un restaurante ya conocido de anteriores viajes, el Refugi Alpi. Aqui degustamos un impresionante chuletón de buey que sirvió de comienzo de una semana gastronómica para complementar el placer de esquiar.

Para empezar los días de esquí nos encontramos que el lunes estaba cerrada buena parte de la estación de Grandvalira y en concreto no funcionaba el Funicamp, por lo cual hubimos de coger un bus para que nos acercara a Soldeu, ya que con la zona de El Tarter era lo único disponible para esquiar en esa jornada. En el hotel, previamente, nos habían desaconsejado subir a la estación img_8056debido a las malas previsiones, pero puesto que nuestro viaje era 20170206_122617para esquiar, hicimos caso omiso de las recomendaciones y subimos a Encamp en el transporte que nos facilitaba el hotel. Fué pese a todo un aceptable día, pese al mal tiempo y a que había pocas pistas y remontes abiertos, aunque entre lo que tardamos en llegar a las pistas y el tener que cortar antes para llegar a tiempo al transportes del hotel la jornada quedó reducida en cuanto al tiempo en las pistas. Tras el deporte, ya en el hotel, un buen rato de relax20170206_20520020170206_213219 en el spa (piscina, jacuzzi, baño turco y sauna) aunque no se pudo saborear tan a gusto como deseáramos debido a que había un montón de niños que ocupaban todo. Hay que señalar que en el hotel había numerosas familias rusas, con muchos niños. El día terminó con un paseo por las calles de Andorra, y cena en el restaurante 120, nada original, pero con comida aceptable. Desde luego, el peor de las cinco noches que hicimos allí.

El martes dia 7 amaneció mejor y aunque según las app de la estación el Funicampo no funcionaba, la verdad era que sí estaba operativo, con lo cual pudimos cogerlo temprano y llegar al centro de 20170207_120052img_8141Grandvalira, desde donde se podía acceder a numerosas pistas y pasar de unas zonas a otras. 20170207_131018Ese día 20170207_102417esquiamos tanto en la zona de Soldeu como por El Tarter y bajamos también hacia Grau Roig y Pas de la Casa, aunque de forma breve porque el tiempo, sin estar malo, tampoco era maravilloso. Pero empezamos a cogerle el gusto a la nieve, a recorrer pistas largas enlazando unas con otras y aprovechar las excelentes condiciones de la nieve, polvo en todo momento, ya que desde dias atrás prácticamente no había parado de nevar en las zonas altas y al no hacer tampoco temperaturas excesivamente20170207_213045 bajas en ningún momento llegaba a helar. En definitiva, la nieve que todo esquiador desea para ejercitarse bien y practicar todo tipo de movimientos en todo tipo de pistas. En general nos hemos movido mayoritariamente en pistas rojas, también numerosas azules de las largas, y alguna pista negra. Terminada la sesión de esquí, un paso breve por el spa, para relajar músculos y descanso breve en la habitación. De regreso al hotel la conductora de la furgoneta que nos transportaba a Encamp nos dió algunas recomendaciones de restaurantes que de inmediato empezamos a probar. En concreto ese martes fuimos a cenar imagea la Borda Estevet. Las bordas son antiguas casas de campesinos hoy utilizadas como casas rurales o restaurantes. En la que cenamos ese día fuimos los únicos comensales ya que al haber partido televisado del Barça los potenciales clientes se quedaron en sus casas. Nos encontramos con que en el restaurante había un camarero de orígen gallego, que nos atendió de maravilla. Pudimos degustar, entre otras cosas, unos estupendos calçots, y unas deliciosas alcachofas con gambas. Fué una cena muy amena.

El miércoles se anunciaba como el peor día en lo meteorológico y acertaron de verdad ya que estuvo todo el día nevando, 20170208_110912con viento relativamenteimg_8026img_8031 img_8142fuerte y ventisca en muchos momentos. Hicimos img_8020una excursión a la zona de Canillo y justamente por allí era por donde el temporal era más duro, tanto que solamente pudimos hacer una bajada en esa zona y al retomar el ascenso en el remonte nos encontramos con que la zona de salida del mismo estaba completamente helada. Rafa se torció ligeramente una rodilla y en la siguiente bajada ya regresando hacia Encamp yo me dí el único trompazo de toda la semana, ya que con la ventisca y la niebla no se veía el perfil de la pista. No fué nada grave, afortunadamente y volvimos hacia la zona de Soldeu y El Tarter donde sin estar bueno el clima era más llevadero. En todo caso hizo mucho frio y eso se dejaba sentir especialmente en los recorridos de los remontes. Pese a todo estuvimos aprovechando el día y no dejamos de esquiar más que un rato a mediodía20170208_230709 para tomarnos un caldo caliente en la cafetería de la zona donde llega el Funicamp. Ya de regreso en el hotel, mientras Rafa se aplicaba crema en su rodilla, hice un pequeño recorrido en la sauna 20170208_21395020170208_21463120170208_215641y la piscina, y descanso en la habitación.  Y para la cena siguiendo las recomendaciones que nos habían dado, nos dirigimos a Ca la Conxita, otro de los restaurantes bien valorados de Andorra. Allí la dueña nos preparó unos riquísimos espárragos, unas alcachofas que hicieron las delicias de Rafa e incluso las mías, y unos canelones excelentes. La verdad es que cenamos de maravilla. Aunque en el hotel cuando preguntamos la forma de llegar al restaurante nos dijeron que era muy caro, cenamos por un importe razonable y desde luego muy bien atendidos. Como colofón, la dueña se hizo una foto con nosotros.

img_8051img_8143Como contraposición al mal tiempo del miércoles, img_8064el jueves día 9 lució el sol img_8052img_8060desde primera hora de la mañana y la nieve seguía siendo excelente, sin estar dura y con una buena capa de polvo que además, con el paso de los esquiadores y el ligero viento que hacía, reponía las marcas dejadas por los esquiadores, con lo cual en todo momento daba gusto deslizarse por las pistas. Fué la jornada mejor aprovechada, incluso grabando videos y haciendo numerosas 20170209_225004fotos por todas partes.20170209_220547 Ese día aprovechamos para ir desde Encamp a las pistas de Pas de La Casa, moviéndonos por pistas rojas y azules largas y anchas en las que daba gusto deslizarse, sin agobios en los remontes y disfrutando del sol que hacía mucho más agradables los recorridos en los telesilla y arrastres. Incluso aprovechamos para hacer una parada a tomar algo en la zona del iglú, sentados al sol para coger color en la cara. En20170209_21331220170209_214432 total más de 50 kms recorridos desde 20170209_211333El Tarter hasta Pas, pasando repetidamente por pistas de Grau Roig. Ese día se notó que con el buen tiempo había mayor afluencia de esquiadores pero en todo caso nunca llegó a ser molesto ni tampoco hubo tiempos de espera elevados en los remontes. Ya de regreso en el hotel optamos por olvidarnos del spa y del coñazo de los niños y nos dedicamos a descansar en la habitación antes de ir a cenar. Porque una vez más, y con las mismas recomendaciones de dias anteriores, nos dirigimos a otro de los lugares señalados por nuestra conductora. En esta ocasión fué Can Manel y aqui también acertamos. Una escalivada como entrante y como platos Ciervo a la brasa y Arroz con conejo montañés que nos permitieron rematar la semana al mismo nivel en cuanto a lo gastronómico respecto de la calidad de la nieve y del esquí en general. Excelente resultado y cierre de la semana, ya que al día siguiente tomaríamos carretera tras la jornada de esquí.

img_8145Y asi llegamos al viernes, último día para esquiar. Amaneció francamente bueno y se mantuvo soleado hasta primera hora de la tarde.p1120194-2 En esta ocasión, y dado que ya no teníamos habitación en el hotel al final de la jornada, optamos por subir con el coche hasta el Funicamp. Y así, tras más de seis horas esquiando, una vez que el tiempo comenzó a poblarse de nubes, decidimos dar por finalizada la sesión de esqui algo antes de las 4 de la tarde, cuando llevábamos ya cerca de 50 kms de recorrido por las pistas, también mayoritariamente por las zonas de Soldeu, El Tarter, Grau Roig y Pas de la Casa, que son las más soleadas y amplias. Terminado el día en lo deportivo, y ya de regreso en el funicular, en el propio parking de Encamp nos cambiamos y tomamos rumbo a casa, haciendo el recorrido de regreso de un tirón hasta Burgos, a donde llegamos sobre las 10,30 de la noche.  Hacía frio en Burgos, pero eso no impidió 20170210_23180020170210_23094520170210_23133020170210_232756que nos diésemos un buen paseo por la calle de los vinos y nuestra cena fué a base de pinchos de diseño ya que es característico de esa zona que determinados bares concursen anualmente para obtener los premios al mejor pincho de la ciudad. Bacalao con ventresca, Sushi de lechazo y otras exquisiteces nos sirvieron de soporte como cena, junto con unos selectos vinos como el Carmelo Rodero y Marboré. Y como a la mañana siguiente había que levantarse a buena hora para regresar a casa, nos acostamos poco después de las 11 de la noche en el Hotel Londres y Norte, en el centro de Burgos.

Según lo previsto, el sábado antes de las 9 de la mañana estábamos desayunando en una cafetería próxima al hotel, para de inmediato coger el coche y 20170211_085741enfilar la carretera hacia A Coruña, donde llegamos con puntualidad exquisita a la hora prevista, 13,30 horas, antes incluso de lo que nuestras respectivas nos esperaban para acogernos con los brazos abiertos tras 7 diás de ausencia.

En definitiva ha sido una maravillosa semana de esquí, aprovechada asimismo en cuanto a la gastronomía, y que nos ha servido además para confraternizar alejados de la rutina diaria y de los hábitos con que nos encontramos en nuestra ciudad.  Desde luego, con ganas de repetirlo en futuras ocasiones.

Regresando de La Toscana – Mayo 2015

He localizado hoy, dadndo de alta una nueva entrada, este borrador de algo que escribí hace casi dos años. Aprovecho ahora para publicarlo.

Es curioso que pese al interés que tengo en venir aqui, cada vez me resulta más complicado disponer del tiempo necesario para escribir con calma, como me gusta, para transmitir no solo los sucesos sino más bien las sensaciones, los aspectos que hacen que la vida sea no monótona y rutinaria, sino viva, alegre y con sustancia.

Hoy quiero dedicarme a hablar del viaje que acabamos de realizar por la Toscana italiana, con un paso final por Timisoara, en Rumanía que, siendo en principio el «leit motiv» del viaje al final resultó ser solo una pasada por la ciudad para ver al hijo de Elena y Rafa y degustar algunos platos de aquel pais.

img_0951Fueron días agradables como no podía ser de otra forma, ya que la compatibilidad que Ipi y yo tenemos con Elena y Rafa hace que los ratos que pasamos juntos, ya sea en Coruña, en una playa, o en cualquier circunstancia sean siempre momentos de placidez, de disfrute de las buenas cosas que la vida nos presenta, y en esos momentos salen a relucir nuestras mejores habilidades, nuestra ironía y siempre el cariño mutuo que entre todos nos profesamos, naturalmente dentro del máximo respeto. Es una suerte contar con personas al lado como ellos con los que la vida se hace una balsa de aceite.

Y sobre el viaje en sí mismo, salimos de Coruña con la determinación de disfrutarlo pese a las negativas perspectivas en lo que al tiempo se refiere, ya que las previsiones anunciaban agua abundante durante los cuatro días que pasaríamos por la zona de la Toscana. Salimos hasta con paraguas de casa, algo que yo no recuerdo hacer antes en un viaje del que partes en avión. Y lo cierto es que lo utilizamos con holgura.

Tras una escala en Barcelona, antes de las 12 de la mañana del miércoles 20 estábamos en Bolonia, img_6210peleando con la gente del alquiler de coches para recoger el Volvo que nos reservaron. Y ya en la carretera, agua a reventar hasta llegar a Lucca, nuestra primera parada dentro del recorrido que entre Ipi y Elena habían preparado. Hay que reseñar que las chicas se lo curran de verdad y tanto Rafa como yo vamos «a mesa puesta» y celebramos siempre sus buenas elecciones. En esto, como dice alguno somos unos «mandilones» pero mandilones agradecidos. Lucca resultó ser una ciedad bonita, pero sin pasarse. Tuvimos la suerte de que tras la lluvia que soportamos en el trayecto por carretera, al llegar a destino lució el sol y no tuvimos necesidad de usar el paraguas. Como no todo sale bien al 100 %, nuestra primera elección para comer, siguiendo las recomendaciones del Tripadvisor, resultó fallida, ya que el restaurante elegido cerraba justo ese día. Así que nos quedamos en el contiguo, pero no por estar pegados se le pegó la calidad, ya que nuestras primeras pizzas italianas no son para recordar enmarcando el momento. Sin comer mal, no nos dejo un recuerdo imborrable, desde luego.

img_1340Una de las particularidades de este viaje era que salimos con un rumbo premeditado en cuanto al recorrido a realizar por la Toscana, pero sin reservas para dormir, confiando en nuestra buena estrella a la hora de llegar a los sitios donde nos apeteciera hacer noche y encontrar siempre una casa rural (Agriturismo o Bed and Breakfast en la jerga italiana para el caso). Y el resultado global ha sido excelente, si bien para la primera noche tuvimos más búsqueda que la inicialmente esperada. La primera elegida, preciosa, estaba completa. img_1282De allí nos enviaron a otra que habría sido encantadora si encontrásemos a los dueños, ya que estaba cerrada. Una tercera, aceptable en cuanto a la presentación resultaba excesivamente cara, y en este caso Ipi nos hizo tomar conciencia y rechazarla. Finalmente, tras unas cuantas vueltas encontramos un lugar apetecible, cómodo, bien situado y con precio ajustado. Lo malo fué que con los recorridos se nos hizo tarde y casi nos quedamos sin cenar. Afortunadamente llegamos al lugar adecuado en el momento justo y pudimos degustar una variedad de platos de buen nivel y con precios razonables en el centro de Volterra, a donde habíamos llegado tras pasar por Lucca, hacer un montón de fotos a la torre inclinada de Pisa, y continuar hasta el lugar donde nos alojamos.

Ala mañana siguiente pudimos disfrutar, también con sol y temperatura aceptable, de las callejas y plazas de Volterra, localidad que yo no conocía de mi anterior viaje, y que me gustó. Pueblo bien cuidado, con mucho turista y facil de caminar ya que no hay excesivas cuestas ni desniveles. Y de Volterra, a San Gimignano a donde llegamos con la idea de ver el mercado en el cual, según las guias, se comercializa el azafrán, producto de la zona.  Pero el mercado resultó ser un mercadillo ambulante que copaba las plazas principales de la localidad, con lo cual nos impedía ver los maravillosos edificios, plazas y callejas. Hubimos de conformarnos inicialmente con un pequeño recorrido por la zona más alejada del centro, y aprovechar para comer hasta que terminase la hora del mercadillo.  Por suerte, el agua también aqui nos respetó y tras la comida pudimos verificar lo especial de este lugar, hacer fotos en cantidad y, como no, tomar un helado de los más nombrados en las guias en la «gelatería» más significada del lugar. Y como el destino final para esa jornada era Siena, antes de llegar alli hicimos una img_1087pasada por Montalcino, otro lugar recomendado. Y para hacer noche, ya con la experiencia acumulada del día anterior, comenzamos la búsqueda más temprano a medida que nos íbamos aproximando a Siena. No fué posible en el primer lugar elegido, que estaba semicompleto (y los dueños no tenían ganas de ponerse a preparar otras nuevas habitaciones), pero en el segundo intento acertamos, y además muy bien, a escasos kilómetros de Siena y en un entorno precioso, con unas habitaciones también muy buenas y precio asequible. img_6413Para que la jornada fuese completa, tras la cena en un bonito restaurante, hicimos una incursión en la Piazza del Campo, y al querer regresar a buscar el coche nos falló el «gps» (léase la orientación de Rafa y la mía) y anduvimos en sentido contrario durante bastante rato hasta que un bondadoso italiano que nos vió cara de pardillos despistados nos orientó adecuadamente, teniendo que desandar más de un kilómetro para llegar al coche, y previa parada a desaguar de una de las chicas que entre el cachondeo y lo larga de la jornada, no llegaba indemne a la habitación. Fué otra anécdota de esa larga jornada.

El tercer día amaneció lloviendo en cantidad, cumpliendose las previsiones, y la visita matinal a la catedral de Siena (Il Duomo) y a la Piazza del Campo estuvieron pasadas por agua. Con lo cual tomamos rumbo a la comarca del Chianti, para visitar Greve, Radda y Castellina,img_1125 localidades de la zona donde se cultivan los vinos tal vez mas conocidos de Italia y de forma especial de la Toscana. Son pueblos interesantes, con algunas particularidades, muy cuidados y que mereció la pena visitar. Continuamos la marcha hasta Montepulciano, un sitio precioso pero con unos desniveles muy considerables que hubimos de salvar para llegar hasta la plaza principal del lugar, en todo lo alto y con unas excelentes vistas sobre los valles circundantes. Hay que reseñar que todo el recorrido por la Toscana ha sido de una belleza singular, con lugares muy cuidados, construcciones bien mantenidas y hermosos campos, muchos cipreses, y que en todo momento te hacen quedar con ganas de más recorrido, de más tiempo para disfrutar de toda esa belleza y a ser posible, también con tiempo más soleado y agradable en cuanto a la temperatura. Y en la línea de los días anteriores, antes de partir hasta el punto donde preveíamos dormir (Cortona), hicimos una parada en un bar donde un amable camarero en animada charla, nos evitó el recorrido de búsqueda de agriturismo, ya que allí mismo, a través de la familia de un amigo, concretamos el alojamiento, a medio camino entre Montepulciano y Cortona. Y como bajo el bar había una bodega-restaurante, allí mismo degustamos una exquisita cena antes de terminar durmiendo en Labendita, que asi se llamaba la casa rural. Preciosa, por cierto, y con una posadera muy agradable, que nos dió pistas sobre lo mas interesante a visitar en la siguiente jornada.

img_6352Y asi llegamos a la cuarta y última jornada italiana, visitando Cortona tras el desayuno. Es un pueblo con enormes desniveles, que visitamos y recorrimos pese a la abundante lluvia, puesto que al igual que en la jornada anterior, llovió con insistencia durante casi toda la jornada. En Cortona también había mercadillo, pero más concentrado en una de las plazas por lo que pudimos visitar un montón de iglesias, incluida la catedral, antes de continuar viaje hasta Arezzo, a donde llegamos justo para comer. En este caso la comida fué la mejor de todo el recorrido. En plena Piazza Grande, en unos soportales y al aire libre, degustamos un montón de exquisiteces, rematadas por unos postres deliciosos y en un ambiente de lo más relajado y distendido, pese a que inicialmente el maître parecía un tanto seco. Nos obsequiaron con variado surtido de aperitivos y dulces al postre. Y terminada la comida, ya sin lluvia, pudimos recorrer la ciudad con relativa calma ya que sería nuestro último paseo antes de tomar el avión en Bolonia para llegar a dormir a Timisoara.

En conjunto el viaje toscano ha sido encantador, corto en cuanto al tiempo ya que para ver las cosas con un poco más de calma hace falta cuando menos una semana. En el alojamiento de la primera noche coincidimos con tres personas de Valencia que tenían aquel lugar como base y durante una semana se estaban moviendo por toda la Toscana, y estaban encantados de lo que descubrían cada día.

img_6409Ya en Timisoara, os limitamos a un pequeño recorrido por la ciudad con Nano, el hijo mayorimg_6420 de Elena y Rafa que está de Erasmus, disfrutando de lo lindo, viajando por buena parte de Europa, y con unas perspectivas inmejorables de cara a los resultados académicos. En resúmen, un «chollo». Hicimos la comida en uno de los buenos restaurantes de la ciudad, al aire libre (la temperatura era buena, aunque luego llovió y relampagueó de lolindo), comida que fué lentísima ya que entre los primros y segundos platos transcurrió mas de una hora. Con un pequeño descanso en el hotel, conocimos a la novia de Nano (Andrea, que comparte Erasmus también alli, aunque es santiaguesa), y terminamos la jornada cenando en un restaurante italiano muy bonito que finalmente no dió la talla en la calidad de la comida, aunque tal vez veníamos muy influenciados por las excelentes comidas que pudimos degustar como norma en Italia.