Outono Gastronómico – Ruta de los Monasterios

Con el buen sabor de boca que nos dejó el pasado año aquel finde que hicimos en octubre aprovechando las ventajas del Outono Gastronómico, este año quisimos repetir la experiencia y para ello, utilizando la multitud de notas que Ipi tiene sobre rutas, miradores, lugares emblemáticos, joyas del románico, etc. etc. etc…, ella misma se encargó de organizar el fin de semana, eligiendo casa rural, menú, y por supuesto recorrido.

Se puso a ello a finales de septiembre y como somos un colectivo numeroso, lo primero que vio era que resultaba difícil encontrar un alojamiento con tantas habitaciones disponibles. Hay que señalar, además, que este año a los fijos del Chiringuito se añadirían otras dos parejas, ya que se lo ofrecimos a Julio y Pilar de Ourense y también María invitó a sus amigos Suso y Carmen. Por tanto, un total de 16 personas y 8 habitaciones, que nos obligaron a retrasar la fecha hasta este último fin de semana por falta de alojamientos disponibles para tanta cuadrilla.

Con suficiente antelación Ipi envió a los asistentes el programa detallado, incluyendo menús a elegir, para lo cual previamente se había dedicado a contactar con los lugares a visitar, restaurantes donde comer, reserva de guías, y, en fin, todo aquello que nos facilitaría a los no currantes poder aprovechar al máximo el viaje. Debo decir que también , por disponibilidad de las visitas previstas, hubo de cambiar el orden del recorrido. Pero todo eso lo explico a continuación.

Monasterio de los Escolapios

Como quiera que no llevamos bus sino que cada pareja se organizaba el viaje en coche por su cuenta, nos agrupamos en varios vehículos en la medida de lo posible, fijando como punto de reunión para iniciar las visitas el Monasterio de los Escolapios, en Monforte de Lemos, el sábado día 20 de noviembre a las 11 horas. La elección de la fecha fue mera coincidencia con el famoso 20-N y no tenía otro tipo de connotaciones.

Puntuales como suele ser habitual, cuando Ipi y yo llegamos al punto de encuentro en el coche con Rafa y Elena, ya la mayoría de asistentes estaban tomando un café en las cercanías, lo que asimismo hicimos nosotros para llevar el estómago y el cuerpo en general debidamente preparado.

Vistas diversas del interior del Monasterio

En los Escolapios, la guía que nos hizo de anfitriona nos explicó con todo lujo de detalles los antecedentes de la edificación, la finalidad con la que fue creada, y la evolución a lo largo del tiempo de su construcción, que se llevó a cabo en diferentes etapas. Hay que señalar que el colegio realmente se denomina «Colegio de Nuestra Señora de la Antigua» y como no es objeto de esta entrada detallar la historia del mismo, para quien pueda estar interesado en conocerla más a fondo puede acceder al siguiente enlace: https://es.wikipedia.org/wiki/Colegio_de_Nuestra_Se%C3%B1ora_de_la_Antigua_(Monforte_de_Lemos)

Torre del Homenaje y Parador

Finalizada la visita inicial de las previstas para ese día, nos dirigimos al castillo de Monforte, que realmente es la conocida Torre del Homenaje y está situada en lo alto de la localidad, junto al Monasterio de San Vicente del Pino, desde hace muchos años reconvertido a Parador Nacional, y donde teníamos encargada la comida de esa jornada. Como parte del colectivo quiso demostrar su buen estado de forma física, la mayoría de los asistentes optaron por hacer el camino a pie mientras otros lo hacíamos en coche, no por falta de capacidad aeróbica, sino pensando en que después de la comida tendríamos el tiempo bastante justo para llegar a la siguiente visita de las planeadas.

Comida en el Parador

Como quiera que la iglesia del monasterio estaba cerrada por obras, con calma realizamos la visita a la Torre del Homenaje y accedimos luego ya al interior del edificio del Parador, donde habida cuenta de que faltaba casi media hora para las 2 de la tarde, hora prevista de la comida, pensamos que era un momento adecuado para tomar un aperitivo mientras nos deleitábamos de las instalaciones. Tras el mencionado aperitivo, ya pasamos directamente al comedor, donde dimos cuenta del menú seleccionado (un variado de entrantes, teniendo como plato fuerte Caldeirada de pescado o Chuleta de Porco Celta). Estuvo bien en general, siendo la caldeirada la elección menos satisfactoria.

Monasterio de las Bernardas, en Ferreira

Como dije, estaba un poco justo el tiempo después de la comida porque a las 4 de la tarde se había programado la visita al Monasterio de Santa María, de las Madres Bernardas, en Ferreira de Pantón, donde nos esperaba la guía que nos acompañaría el resto de la tarde. En esta primera visita nos detalló las características del monasterio, que inicialmente fue benedictino y más tarde pasó a ser cisterciense, siempre atendido por monjas. Hicimos un recorrido por el interior y exterior de la iglesia, y una vez en el interior del monasterio nos invitaron a comprar algunos de los dulces que las monjas elaboran. Yo conseguí la última de las cajas disponibles de almendrados y una caja más de tejas. Ambos productos están francamente buenos, después de haberlos catado ya en casa de forma repetitiva.

San Miguel de Eiré

Terminado el recorrido por el citado monasterio, la guía nos llevó hasta la iglesia de San Miguel de Eiré, también conocido por O Mosteiro. Es uno de los ejemplos más interesantes del románico de la Ribeira Sacra. Formó parte de un monasterio benedictino en el siglo XII, aunque del mismo solo sobrevive hoy la iglesia. Parece ser que para visitarlo hay que pedir la llave a la señora Carmen, una paisana del pueblo que vive junto a la iglesia y habitualmente está junto a ella tomando el aire, como era el caso, si bien en esta ocasión la propia guía tenía la llave.

Santo Estevo de Atan

Y por último, la guía nos dirigió al Monasterio de Santo Estevo de Atán, donde hubimos de hacer visita nocturna, a la luz de una linterna que portaba Rafa y con la ayuda de la luz de los teléfonos móviles. Fue construida a principios del siglo XIII, si bien al parecer en estudios arqueológicos de hace algunos años se localizaron piedras prerrománicas que hoy forman parte de la torre del campanario. Contiene una serie de pinturas murales muy interesantes, algunas de las cuales se conservan en bastante buen estado.

De camino a esta última iglesia pudimos disfrutar de unas preciosas vistas de las vides coloreadas después de la vendimia, que conferían un aspecto precioso al paisaje de la zona.

Terminadas las visitas vespertinas, el paso siguiente era ir directamente a la Casa dos Muros, el lugar seleccionado como alojamiento. Aunque estaba próximo a los lugares por donde nos estuvimos moviendo durante la tarde, el hecho de coincidir con una carretera cortada por obras nos hizo dar un amplio rodeo, con lo cual llegamos a nuestro destino nocturno ya en plena oscuridad. Aprovecho para decir que la casa, aunque no cabe calificarla de deficiente, desde luego no tenía el nivel del Pazo de Buzaca donde nos alojamos el pasado año. Las habitaciones eran menos amplias, y sobre todo hacía frío en general en prácticamente todas, pese a estar los radiadores encendidos, se ve que desde pocas horas antes. La casa se configura en diferentes niveles, por lo cual las habitaciones que ocupamos estaban en dos zonas diferentes.

Casa dos Muros

La cena se llevó a cabo en un amplio comedor, con chimenea, que compartimos con otras dos mesas de otros grupos de comensales. Para esa finalidad se adecuaba perfectamente, pero en cambio a efectos de la sobremesa hubiese sido más adecuado otro tipo de salón, y si bien en alguna de las zonas de la casa había otros salones, pero no estaban acondicionados para acomodarnos los 16 miembros de la expedición. En cualquier caso la cena resultó amena y todavía tras la misma tuvimos tiempo de charlar animadamente hasta que los más dormilones comenzaron a irse a sus habitaciones, camino que poco después tomamos el resto de los más golfos. El menú estuvo bien. Se componía de unos entrantes (croquetas, embutidos, champiñones, revuelto de setas), y como plato fuerte, Costilla de cerdo con ensalada y patatas fritas; también pusieron unos langostinos a la plancha para quienes no comían carne. Y después del postre y cafés, chupitos. A la mañana siguiente, un desayuno a base de tostadas, bizcocho y zumo, acompañando al cola-cao, o café, según los casos.

Mirador de Matacás

Y como quiera que teníamos en mente acercarnos al mirador de Matacás antes de nuestra primera visita de románico, antes de las 10 de la mañana ya estábamos en los coches rumbo al mirador, al que llegamos con una densa niebla que cubría el río, por lo cual la mayor parte de las fotos que se hicieron reflejan esa situación, aunque en el momento de abandonarlo ya empezaba a despejar. Como curiosidad o anécdota, comentar que a punto de arrancar desde allí, recibimos la llamada de la hostelera de Casa dos Muros pidiendo que le mandásemos los DNI de todos porque había omitido tomarlos la noche anterior, y solamente pudimos enviar 15 de los 16 porque una de las integrantes de la expedición «se lo olvidó en casa». Y la petición venía a cuento porque otros huéspedes se empeñaron en decir que uno de sus coches había sido rallado por uno de los nuestros, lo cual no era cierto. Y durante todo el resto de la jornada hubimos de estar mandando videos de cada uno de los coches para demostrar que no éramos nosotros quienes habían rallado al coche en cuestión.

Monasterio de Santa Maria, en Xunqueira

Ajustados de tiempo llegamos a las 12 del mediodía al Monasterio de Santa María, en Xunqueira de Espadanedo, donde la guía nos recibió echando chispas porque contaba con nosotros un cuarto de hora antes para evitar que la hora se juntase con el comienzo de la misa vecinal de las 12,30. Por esa razón, la visita a la iglesia fue realizada a toda prisa y sin casi tiempo de observar nada. Luego, ya fuera del templo, terminó las explicaciones sobre los inicios del monasterio, que se sitúa en siglo XII, al principio como benedictino, para integrarse luego en el císter. Por lo visto es uno de los más visitados de la Ribeira Sacra. Finalizada la visita, como quiera que restaba casi una hora para el momento previsto de la comida, tuvimos tiempo de disfrutar en una terraza del agradable sol matinal mientras la mayoría nos tomábamos una cerveza y el resto se echaban a caminar un rato.

La comida tuvo lugar a poco más de 1 km. de allí, en el Restaurante Prieto, con un menú que tenía como entrantes queso y embutidos, calamares y pulpo, y como plato principal Rodaballo a la plancha para unos y Cabrito para otros. Con postres, cafés y algún que otro chupito. Y al igual que el día anterior, salida rápida para llegar a buena hora a nuestra última visita, el Monasterio de San Pedro de Rocas.

San Pedro de Rocas

Aunque hay antecedentes de vida en grupo en el año 573, en el siglo IX reaparece la vida comunal, y ya en el siglo X se data como monasterio dependiente de Celanova. La particularidad de esta iglesia, que es lo que hay hoy en día, aunque ya sin utilización litúrgica, es que está parcialmente excavada en la roca, con varios enterramientos perfectamente visibles. Está ubicado en un entorno precioso, con un bosque que en estas épocas del año tiene un colorido increíble. Y próximo al monasterio, en pleno bosque, está la fuente de San Benito, según se dice con propiedades curativas para lesiones de piel y similares.

La zona boscosa de San Pedro de Rocas – La fuente de San Benito – Y la parada en Los Caracoles

Y es realmente en ese punto donde damos por finalizada la reunión de grupo, porque aunque prevemos hacer una parada técnica en la Derrasa, ya cerca de Ourense, un par de las parejas asistentes no hacen ese alto y regresan directamente a sus lugares de origen. Esa parada, en la cafetería de Los Caracoles, es definitivamente el punto de despedida para todos, dando por finalizada la excursión de Outono Gastronómico y Ruta dos Mosteiros da Ribeira Sacra, pero con ganas de repetir.

Un comentario sobre “Outono Gastronómico – Ruta de los Monasterios

Replica a Anónimo Cancelar la respuesta

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.