MILÁN 2025

Como ya comenté finalizando el año 2024, este 2025 en el que llego a mis 75 primaveras tiene unas ciertas peculiaridades para mi, y al llegar al evento de mi fecha de cumpleaños he querido darle un sentido especial, haciendo algo diferente.

Por esa razón meses atrás programé un viaje a Milán para conocer una de las sedes emblemáticas de la opera, como es sin duda el Teatro Alla Scala, así denominado en la ciudad donde tiene su sede.

Para hacer coincidir el viaje con la fecha del cumple, hube de revisar toda la programación de la Scala, y resultó que para entonces estaría en representación una opera recién estrenada que a la vez era un estreno mundial, El Nombre De la Rosa, basado lógicamente en la novela homónima de Umberto Eco que también dio lugar a una película.

Una vez decididas las fechas de desplazamiento, se unieron al plan inicialmente ideado por Ipi y por mí, nuestros incondicionales Elena y Rafa, a quienes ya hemos empezado a transmitir nuestra afición por las representaciones operísticas.

Las fechas elegidas fueron el 5 de mayo para la ida, aprovechando un vuelo directo A Coruña-Milán con Easyjet y el regreso para el 8 de mayo, en vuelo de Air Europa con escala en Madrid. Realmente eran pocos días pero se cumplía el objeto principal del viaje (la representación en la Scala era el mismo 6 de mayo, día del cumpleaños) y podíamos aprovechar para algunas visitas concretas en la ciudad.

Para alojarnos, Elena especialista en esas lides, encontró un buen apartamento situado en la parte céntrica de la ciudad a un precio razonable y con las características que habitualmente exigimos (2 dormitorios y 2 baños). Lo reservó con bastante antelación, pero justo cuatro días antes del viaje nos encontramos con una notificación de que la reserva había sido anulada, aduciendo razones inexistentes pero sin posibilidad de reclamar. La razón no indicada debió ser que, al coincidir nuestro viaje con el partido que el Barça jugaba en Milán, decidieron dejarnos en la estacada para poder alquilarlo a mayor precio. Total, que nos vimos obligados a buscar otro alojamiento y tuvimos la suerte de encontrar un apartamento excelente, en pleno centro y con todas las comodidades, aunque a un precio bastante mas elevado. En todo caso, al final valió la pena.

Así pues, llegamos al aeropuerto de Milán-Malpensa a la hora prevista, y de ahí al centro de la ciudad en taxi mientras llovía de forma abundante, más bien se puede decir que a cántaros. Pero con ganas de pasarlo bien.

La persona que nos entregó las llaves del alojamiento nos indicó también varios sitios donde comer y cenar bien, por lo cual después de instalarnos con calma salimos en busca de nuestra primera cena, bajo los paraguas aunque aprovechando que por las galerías del centro evitamos bastante la lluvia.

Esa primera cena la hicimos en A Santa Lucía, uno de los restaurantes recomendados por nuestra casera, donde nos atendieron de forma espléndida y cenamos francamente bien. El restaurante era un sitio clásico de Milán, de esos frecuentados por visitantes famosos, porque las paredes estaban plagadas de fotos de personajes conocidos mundialmente. De regreso al apartamento todavía pudimos hacer un recorrido nocturno por las galerías Vittorio Enmanuelle, saliendo a contemplar unas preciosas imágenes de la Piazza del Duomo.

A la mañana siguiente ya estaba planificada la visita al Duomo (la catedral de Milán), por lo cual madrugamos para hacer un buen desayuno en una cafetería próxima, y estar así puntualmente a las 10 en la entrada, sin colas. Hay que decir que el desayuno fue variado, porque cada uno pedimos un tipo de bollería diferente, con lo que hicimos un surtido digno de ver.

Ya dentro de la catedral, la visita la hicimos con calma, parando en cada lugar de interés debidamente informados gracias a las audioguías por medio de los teléfonos. De hecho, el conjunto de fotos que tenemos de todo el Duomo serviría para hacer un tratado profundo respecto de las características del conjunto.

A media mañana la afluencia de visitantes fue siendo notoria, y para entonces ya estábamos en disposición de acceder a las terrazas, cuya visita es también imprescindible, porque además desde allí se dispone de unas preciosas vistas de la ciudad.

El recorrido por los tejados es tan interesante como lo es el interior del Duomo, porque permite ver con detalle una serie de figuras que desde lo lejos no son perceptibles. La verdad es que estaba lleno de turistas como nosotros, por lo cual en muchas ocasiones resultaba dificil conseguir la foto deseada, pero aun asi, nos arreglamos para disparar numerosas vistas.

Entre las excelentes perspectivas desde la terraza, regresando hacia la parte baja vimos numerosos grupos de hinchas del Barcelona que animaban a su equipo, preparándose para el partido que esa tarde se iba a desarrollar en el estadio de San Siro.

Terminadas las visitas indicadas, buscamos donde comer y encontramos la trattoria Via Pasteria, bien valorada, donde pudimos disfrutar de pasta bien preparada en un ambiente agradable y no lejos de la plaza del Duomo.

Tras la comida todavía pudimos pasear por el centro y acercarnos al Starbucks que ocupa un local impresionante, en la antigua central de Correos, Allí hicimos también una media merienda habida cuenta de que la cena no sería hasta tarde, al terminar la asistencia a la Scala.

Antes de ir a la representación pasamos por el alojamiento para “colocarnos” un poco y así estar en línea con lo que, como suponíamos, sería la media de los presentes en la sala. Disponíamos de unas buenas butacas, reservadas con mucha antelación y pudimos disfrutar de una deliciosa velada, en un ambiente muy agradable.

En el entreacto, después de guardar una cola considerable, conseguimos tomarnos un ligero refrigerio con unas copas de “espirituoso” italiano.

En definitiva, excelente elección la de disfrutar de esa oportunidad en el Teatro Alla Scala, con una opera nueva (era la cuarta representación, ya que la prémiere había sido una semana antes). Buena adaptación del libreto, magnífico el montaje, y muy buenos también los actores.

La cena de esa noche, puesto que era el día de mi cumple, la había reservado yo en el Ristorante Teatro alla Scala Il Foyer, anexo al recinto de la Scala, justo a la salida, y con un menú que, sin estar mal, no estuvo a la altura de lo que yo esperaba. Pero como se trataba de celebrar el momento, disfrutamos del lugar y del día, y nos llevamos un buen recuerdo del conjunto de la jornada.

De regreso al alojamiento, vimos como los «tifosi» del Inter de Milán celebraban su victoria sobre el Barça que le clasificaba para la final de la Champions. Los seguidores del equipo español, que durante las horas de la mañana se agolpaban en el Duomo, habían prácticamente desaparecido.

A la mañana siguiente, después de dormir de maravilla en nuestro precioso apartamento, decidimos probar con el desayuno en otra cafetería diferente, pero también próxima a nuestro alojamiento. El desayuno fue bueno, aunque la bollería era menos aparatosa que la del día anterior.

El plan de esa jornada era visitar el Museo Leonardo 3 – Il Mondo de Leonardo, pero como quiera que teníamos la cita para las 11, decidimos hacer un recorrido por diversas calles mientras nos dirigíamos hacia allí.

En ese trayecto hicimos un alto en Basílica San Babila, y desde allí continuamos por Via Durini, donde nos encontramos con varios hermosos edificios dedicados a las tiendas «Home» de las principales marcas de moda, como el edificio Versace.

En esa zona se localizan la mayor parte de tiendas de lujo en todos los ámbitos, además de los que están ubicados en las galerías Vittorio Emmanuelle. Y precisamente en una de las entradas de estas galerías, desde la plaza Alla Scala está el Museo Leonardo3.

El museo es un compendio de los numerosísimos inventos de Leonardo da Vinci, muy bien detallados en cuanto al diseño, con maquetas incluidas, y con las explicaciones respecto del momento en que Leonardo las diseñó y en algunos casos puso en práctica. No estaba demasiado lleno y pudimos movernos por su interior durante casi un par de horas.

A la salida vimos que había empezado a llover, por lo cual decidimos pasearnos por el interior de las galerias a la espera de que la lluvia pudiese cesar.

Pero fue al revés, ya que cada vez arreciaba mas y resultaba imposible pasear en el exterior. Por esa razón, y como además con la lluvia había bajado la temperatura, buscamos una cafetería donde tomar algo mientras aguardábamos el fin del diluvio. Y la encontramos en la misma Piazza del Duomo, justo frente a la catedral y frente a la parada de los buses turísticos. Y allí nos instalamos durante más de una hora, tiempo en el que hicimos una media comida a base de bocatas y algún dulce.

Antes de salir, Ipi me convenció a base de insistencia, en que debía abrigarme más y para evitar volver al apartamento nos fuimos a recorrer las tiendas próximas, donde yo compré una moderna sudadera (que desde ese momento ha pasado a ser mi Armani). De vuelta al Bar Duomo y en vista de que la lluvia no había cesado, optamos por subir a un bus turístico para hacer un recorrido por la ciudad, eso sí, seleccionando uno que tuviese cerradas las ventanas de la planta superior. Tuvimos suerte y al final el que elegimos nos llevó inicialmente por el recorrido corto (el centro de Milán) y más tarde haciendo un perímetro mucho más amplio de la ciudad, que nos permitió ver de cerca la zonas de nuevos desarrollos, con modernos y preciosos edificios que nos hubiese gustado visitar más tranquilamente paseando a pie, por lo cual acordamos que eso nos queda para una futura visita a Milán, en la que incluiríamos el acercarnos al lago Como.

Terminados los paseos en bus y puesto que la lluvia había terminado, nos dedicamos a recorrer algunas de las calles céntricas, y decidimos tomarnos un descanso en una chocolatería situada en Vía Torino, donde degustamos cafés y helados, incluido un pastel con chocolate que sin darme cuenta me dejó marcado mi recién estrenado Armani.

Desde la Chocolatería decidimos, aunque ya no era temprano, acercarnos hasta el Castello Sforzesco del que teníamos buenas referencias. está próximo al centro, así que callejeando llegamos hasta allí, y aunque no era hora para visitar los muy considerados museos, valió la pena el desplazamiento porque el castillo vale la pena verlo.

Pudimos atravesar la parte abierta al aire libre, sin entrar en las zonas cerradas, y atravesarlo hasta el final, saliendo al precioso jardín desde el que pudimos hacer buenas fotos. Entretanto, cerraron el acceso al castillo, por lo que para regresar hubimos de bordear todo el parque, y transitar luego por la Via Dante para regresar al Duomo y alrededores.

Llegada la hora de la cena, Elena (que es quien selecciona los lugares mejor valorados) nos indicó un restaurante al que podíamos ir, pero al llegar vimos que estaba completo. estaba justo tras la chocolatería de la tarde, y desde allí fuimos visitando otros con información positiva, hasta que llegamos al San Mauri, que asimismo tenía excelente valoración, y donde dispusimos de la última mesa libre. La cena fue espléndida, como correspondía a nuestra última degustación en la ciudad.

Y terminada la misma, paseo de regreso hasta el apartamento, volviendo a fotografiar el Duomo ya de noche, y sin lluvia.

Tras otra noche relajados en nuestro espléndido alojamiento, el jueves 8 madrugamos para estar listos a las 8 de la mañana, hora en la que habíamos hecho la reserva del taxi que nos llevaría al aeropuerto de Malpensa. El viaje hasta allí resultó algo mas lento que a la ida, porque el tráfico era notorio. No obstante, llegamos a Malpensa con tiempo suficiente para desayunar tranquilamente en una de las cafeterías del aeropuerto y dirigirnos a la puerta de embarque.

El vuelo de regreso con Air Europa, al contrario que en la ida, no era directo, sino con escala en Madrid, donde tuvimos tiempo de hacer un refrigerio para llegar a casa con el estómago agradecido.

En resumen, un viaje que cumplió las expectativas iniciales, habiendo disfrutado por mi parte de un cumpleaños singular, acorde con los tres cuartos de siglo que desde ahora atestigua mi DNI que llevo encima, afortunadamente bastante bien.

Un comentario sobre “MILÁN 2025

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