Hace ya varios años que tratamos de programar la asistencia a algún lugar en el que, cuando llegan las fechas propicias para observar las perseidas, sea factible el verlas en todo su esplendor. Pero como cerca de A Coruña no hay ningún sitio adecuado, la búsqueda debe dirigirse a zonas alejadas de las ciudades, y a ser posible en puntos elevados de la geografía. Hace ya un año Ipi, que suele ser la «buscadora» de eventos diversos, descubrió que en A Veiga, provincia de Ourense, hay un Observatorio Astronómico en el que se programan visitas precisamente para estas ocasiones. Y como ya en 2024 no había ocasión de asistir, se guardó las fechas y las indicaciones para reservar en este año. De modo que, dicho y hecho, con tiempo suficiente se buscó alojamiento y se hicieron las reservas oportunas.
Para el alojamiento encontró Ipi la casa rural Eido das Estrelas, en las proximidades de A Veiga y del citado observatorio, y se comunicó al grupo para que cada uno fuese realizando su reserva, puesto que la casa tiene un aforo limitado y ya llegábamos con reservas previas realizadas. Con todo, consiguieron reservarse 5 habitaciones y alguno más quedó en lista de espera. Como era preciso reservar 2 noches (no admiten ya en casi ninguna casa menos de eso), decidimos optar por entrar el 11 y salir el 13 de agosto, teniendo en cuenta que la fecha teóricamente mejor para ver las perseidas era la noche del 12.


A partir de ahí, solo faltaba realizar una programación para completar el viaje, y para ello Ipi tiró de su amplia agenda de eventos y lugares diversos, fechas y fiestas señaladas y otras circunstancias, y con precisión preparó el reparto de tiempos para completar los tres días de excursión. Previo al inicio del viaje, se produjo un cambio en los asistentes, puesto que Elena y Rafa que habían sido de los primeros en hacer la reserva hubieron de desistir por circunstancias familiares, aprovechando su plaza en la casa rural Armando y Pila, que estaban en lista de espera.


La primera de las actividades previstas fue un paseo en barco por el embalse de Os Peares, partiendo del pantalán que tiene allí instalado el restaurante A Tanxarela-Quinta Sacra, que ya conocíamos de una excursión anterior en mayo de 2023, cuando hicimos la reunión anual de los Gigirey, organizada en aquella ocasión por mi hermano Miguel y su pareja Valentina. Y al igual que en aquella ocasión, terminado el paseo en barco, una excelente comida en el propio restaurante.



El paseo en barco nos transportó durante mas de hora y media por diversos puntos del embalse, con amplias explicaciones por parte de Luis, el patrón del barco. Tuvimos ocasión de visitar la cascada de Augacaida, aunque solo 4 del grupo nos bajamos a verla de cerca, y también en otro rincón del embalse nos llevó a conocer a dos sirenas que están sobre una roca.
Allí Luis nos ofreció también la oportunidad de darnos un baño, del que también solo 3 (Elvira, María y yo) disfrutamos. Durante el paseo, algunos tuvieron la ocasión de demostrar sus dotes para la navegación poniéndose al mando del timón.


Terminado el paseo del barco, nos esperaba la comida al aire libre, con un menú compuesto de platos fríos en su mayoría, servidos en una mesa redonda, en la que se pudo comer en bañador, a la sombra, y con una temperatura muy agradable, pese a que al sol se soportaban 36 grados.

Degustamos un surtido de embutidos caseros, una tabla de quesos variados de la zona, empanada, tortilla de patatas, pimientos asados, filetes de ternera y alguna cosa más, y a los postres tartas de almendra y de nuez. Regado todo por vinos de la Ribeira Sacra, aunque al final lo más socorrido fueron unas cervezas y tinto de verano en grandes cantidades. Terminamos con cafés y algunos con chupito, aunque luego la siesta la echamos en el mismo pantalán, con baño incluido por parte de la mayoría.

En definitiva, un éxito la elección del programa y el lugar para el comienzo de la excursión, como lo atestiguan las caras de satisfacción de los asistentes. Pero como todavía estábamos a más de hora y media de la casa rural, una vez relajados con la siesta y los baños a pie del pantalán, volvimos a los coches para reanudar la marcha, llegando a destino a buena hora para instalarnos. La casa rural, por cierto, estaba bien y aunque hacía calor, en las habitaciones la temperatura era agradable, con ventanas abiertas durante la noche. Antes de ir a dormir bajamos a A Veiga para intentar cenar algo, pero solo encontramos abierto un bar donde lo más que pudimos meter al estómago, aparte de cervezas y aguas, fueron unas patatas fritas y, algunos, unos sobaos o bizcochos tipo madalenas. Sin embargo, nadie se quejó de marchar a la cama con hambre.
Para el segundo día, el martes 12, estaban programadas varias visitas en el entorno próximo de nuestro alojamiento, porque aunque no había demasiado que ver, Ipi rebuscó y descubrió algunas opciones para llenar la jornada. Tras un estupendo desayuno nos pusimos en marcha hacia el Mirador de Valdín, muy próximo a Eido das Estrelas, continuando luego hasta Ponte, para ver algunas edificaciones como la Casa dos Vaqueiros, que tiene numerosas inscripciones en las piedras sobre las que está construida, y vimos también un par de «casas preñadas», llamadas así porque tienen adosadas en el exterior sendos hornos artesanales para cocer el pan y la comida casera, hechos en barro.









Seguimos luego hacia Lamalonga, un pequeño pueblo en el que destacan las esculturas que un tal «Pepe do Barrio» (José Escuredo Vega) hizo en piedra por toda la comarca y de forma especial en su pueblo. A mi modo de ver no son gran cosa, pero como para gustos se pintan colores… hicimos un recorrido por el lugar, acercándonos a la que fue su vivienda donde se acumulan la mayor parte de sus obras.






Con esas dos excursiones, nos acercamos a la hora de comer, para lo cual teníamos una reserva hecha en el Restaurante As Chairas, en A Veiga, justo frente a la Playa de los Franceses (una playa fluvial en el embalse), donde preveíamos darnos un baño antes o después de la comida. Comimos bien, y se ve que con el estómago lleno decayeron los ánimos por el baño, porque al final solo yo me acerqué a la arena para darme un chapuzón y refrescarme, sustituyendo así la previsible siesta que otros realizaron mas o menos disimuladamente en el propio lugar de la comida, la terraza del restaurante.

Por la tarde nos desplazamos hasta Viana do Bolo, situada a unos 20 kms de A Veiga. Llegados allí hicimos un corto recorrido por el pueblo, con una temperatura de 35 grados, aunque el calor no se llevaba mal del todo ya que la humedad ambiente no era muy alta. En todo caso, tras ese paseo nos desplazamos hasta la piscina municipal, no para bañarnos, sino para tomar unos refrescos a la sombra, en un lugar más respirable que cualquier terraza en medio del pueblo.




Regresando al alojamiento, nos equipamos para el posible fresco nocturno en lo alto del monte donde está el observatorio. Y seguidamente nos dirigimos ya al Centro Astronómico para una visita previa al mismo antes de la observación nocturna en el exterior. Pero llegados al lugar, ya Oscar, el encargado del mismo nos dijo que difícilmente podríamos llegar a ver perséidas porque el cielo estaba cubierto, en ese caso además de las nubes por gran cantidad de humo procedente de los diversos incendios de montes cercanos. Ya en el interior del centro, Oscar nos hizo una detallada exposición de las corta historia del Observatorio que empezó a funcionar en 2021, y a continuación pasamos a la sala donde visionamos el cielo estelar, con explicaciones sobre las constelaciones, lejanía de las estrellas, etc. Resultó interesante, pero no espectacular porque casi todos habíamos asistido a otros visionados similares en el Planetario de A Coruña o de otras localidades.

La última parte del programa, la que daba origen a toda la planificación del viaje, fue la que al final no se pudo llevar a cabo por lo ya señalado de las nubes y el humo de los incendios, como queda reflejado en la visión desde el exterior, ya entrada la noche. Se sustituyó finalmente por otra charla que en parte resultó repetitiva sobre los orígenes del observatorio, otra filmación sobre los planetas y una última explicación sobre el futuro Eclipse total de sol que se producirá justamente un año después de la fecha de nuestra visita, es decir, el 12 de agosto de 2026 y que será visible en un amplio espectro de la península, entre los que está nuestra ciudad, donde podrá observarse entre las 19,30 y las 21,20 horas. Ese día será también en el que, si no hay nubes como este año, podremos ver la lluvia de perseidas. Allí todos los asistentes empezamos a pensar en cómo podemos el año próximo ver el eclipse y si es posible, las estrellas fugaces que no pudimos observar en esta ocasión.

De regreso a la casa rural, como coincidía que en esa noche se celebraba en el pueblo una cena comunitaria para dar inicio a las fiestas, y el lugar del evento era muy próximo al Eido das Estrelas, nos acercamos hasta allí, si bien solo pudimos tomar unas cervezas y unos trozos de tarta porque ya todo el pueblo abandonaba el lugar. Pudimos, no obstante, participar en algunos de los cantos y bailes de despedida, regresando a nuestras habitaciones sobre la 1,30 de la madrugada.
El desayuno del miércoles 13 hubimos de anticiparlo a las 8,30 de la mañana par poder llegar con tiempo luego a la bodega Alma das Donas a las 11,30 horas, en que estaba prevista la visita reservada con antelación. Esa bodega es una de las pocas valoradas con 5,0 entre la multitud de las existentes en la Ribeira Sacra, y que ya Ipi y yo conocíamos por haberla visitado en el antes comentado viaje de mayo de 2023 con nuestro grupo familiar.
Tras un primer paso por las viñas situadas alrededor, con las explicaciones pertinentes por parte del bodeguero (un italiano que se afincó en la zona hace unos 10 años), visitamos la propia bodega donde se ubican los toneles de acero inoxidable y unas cuantas barricas de madera, ya que además de los vinos jóvenes, que son la mayoría, tienen tres que se crian en barrica en períodos entre 6 y 12 meses.








De allí pasamos al Mirador, con unas vistas preciosas sobre los bancales y sobre el río, donde tuvimos la ocasión de hacer una degustación del blanco (Almalarga), un rosado (Almalola) y un tinto (Almanova), que se acompañó con unos pinchos de queso Cebreiro y salchichón. Y para terminar, sobre la marcha, decidimos comprar un par de botellas de cada uno de los vinos degustados para poder repetir la cata con Elena y Rafa en la prevista comida del día 15 en casa de Teresa y Roberto.

Terminada la cata y visita, desde la bodega nos dirigimos ya hacia el último punto del programa, que no era otro que el Asador Coto Real, en Rábade, a donde llegamos poco antes de las 14,30 horas en que estaba fijada la reserva para comer. Habíamos encargado ya con antelación unos entrantes a base de Mejillones en escabeche y Ensaladas de tomate con ventresca. Y para continuar, lechazo (una de las especialidades del asador) para unos cuantos mientras otros se lanzaban a la carne (entrecot o chuleta de vaca vieja) e incluso una ensaladilla con un aspecto muy atractivo. Y se regó mayoritariamente con cervezas, tintos de verano y también con un Protos. Terminamos con unos postres clásicos del asador, cumpliendo todo ello con las altas expectativas previas.
Y antes de despedirnos, para completar el programa nos dedicamos a buscar ubicación para, en grupo, preparar la xuntanza a un año vista, donde todos juntos observar el eclipse y, a ser posible, las perseidas. Y hecha ya la reserva para dentro de 12 meses, nos despedimos tomando cada uno el regreso a su punto de partida y felicitándonos por el éxito de la excursión y el buen ambiente (como siempre) conseguido.






Hola. Mu chulo el reportaje. Solo corregir, si puedes editar, que el restaurante de Pincelo se llama «Taranxela» creo que lo tiene mal escrito.
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