Final de un ciclo

El 2 de junio de 1989, es decir, hace ahora 36 años y 3 meses, nos instalábamos en la casa de Castelo 6, en Osedo – Sada, la que entonces era mi esposa, Carmen y nuestro hijo David, que el día anterior había cumplido 4 años.

Lo de ir a vivir al campo fue un empeño personal mío, con la oposición inicial de Carmen, y que a punto estuvo de terminar en separación.

La casa la compramos en construcción y ello nos permitió hacer algunas pequeñas modificaciones para que tuviese un toque personal, aunque partíamos de una estructura ya levantada y nos quedaba poco margen de adaptación.

Cuando llegamos allí, en la fecha antes indicada, la casa estaba recién terminada, el jardín era inexistente y acabábamos de plantar las tuyas y hacer el cierre, para dar un toque de privacidad y algo más de seguridad, ya que yo viajaba con frecuencia y Carmen tenía miedo de quedarse sola. Para incremento de la seguridad, trajimos a Thor, un dogo alemán precioso que imponía cierto respeto.

Poco a poco el jardín se fue cubriendo con algunos arboles, el cierre continuó su crecimiento, y en junio de 1992 inauguramos la piscina, en un primer momento sin complemento exterior, que más tarde se fue completando con una estructura alrededor del vaso.

En marzo de 1993 hubo una importante nevada, de la que dejé constancia en varias vistas de la finca.

En una visión aérea de 1995 se ve la evolución de la casa y la finca, ya con el cierre bien crecido. Todavía en ese momento no existían mas construcciones en el entorno que la casa similar a la mía, edificada en la finca adosada a mano derecha según se mira hacia la carretera.

Un par de años más tarde, en 1997, se levantó el Chiringuito, que tanto juego ha dado desde entonces para reuniones de grupo, tanto familiares como con amigos.

La última de las obras de mejora de la finca fue en 1999, levantando el cobertizo situado entre la casa y el garaje, precisamente para dejar lo que era el garaje como almacén-trastero y facilitar que los coches se aparcasen a cubierto en el exterior.

En enero de 2002 me fui a Zaragoza, aunque Carmen y David quedaron en la casa. A raiz de la separación, en 2003, Carmen se fue a Coruña, al piso que compramos y yo me quedé con la propiedad de Castelo, aunque no vine a vivir de nuevo hasta mayo de 2004. Previamente la tuve en venta, pero cuando apareció una oferta que encajaba en mis planteamientos, me volví atrás y rechacé la venta.

A mi regreso en mayo de 2004 tuve que readaptar la casa, porque la mayor parte de los muebles se habían ido para el piso de Carmen, y en lo referente al jardín, hubo que rehacer todo porque tras varios meses sin atención, se había convertido en una selva. Pero finalmente volvió a quedar la casa operativa y en los meses y años siguientes se adaptó a lo que volvió a ser «mi casa».

En esta segunda etapa, ya en solitario, tomó importancia especial el Chiringuito, donde empecé a reunir a amigos y familia para las celebraciones, cada vez más frecuentes. Volvieron a instituirse las «sardiñadas» que en cada anualidad reunían a un número de personas mayor, y se fueron multiplicando las «octoberfest», las mariscadas, paellas, comidas de jabalí, calçotadas, etc… Incluso a la disolución del choco gastronómico Fonseca, llegamos a organizar allí un par de comidas. Y también se preparó allí la comida de la boda de Coló con Manolo Souto.

Con la llegada de Ipi a mi vida, empezamos a frecuentar todo tipo de reuniones y particular mención hay que hacer a lo que representó en todo este tiempo el grupo del Chiringuito, que tomando el nombre del local se ha constituido en un colectivo de amigos afines que por supuesto ha trascendido del lugar, dando pié a numerosos viajes y reuniones de todo tipo y que se mantiene en el tiempo gracias a la buena sintonía de todos los partícipes.

Manuel, Pilar, Rafa, Elena, Mari, Julio, Armando, Chus, Pila, Joaquim, Carmen y Merchi.

En esta segunda etapa, tras mi regreso en 2004, y habida cuenta de que Ipi no tenía ningún interés en instalarse allí para vivienda permanente, empecé a valorar la posibilidad de la venta o en su lugar, el alquiler que finalmente se llevó a cabo a finales de 2019, cuando tras nuestra boda yo ya me había acomodado en la que ahora es nuestra casa en A Coruña, y la casa de Castelo solo se utilizaba para eventos, fines de semana veraniegos, etc.

La experiencia del alquiler, que inicialmente pareció atractiva, con el paso del tiempo dejó de serlo, por los problemas que surgieron con los inquilinos, lo que motivó que al final de los 5 años que tenía de tope el contrato, decidiera yo no renovar y exigir que me dejaran libre la vivienda.

A partir de ese momento, decidido ya a ponerlo en venta, han transcurrido 9 meses dedicados a la preparación del conjunto para ofrecer una imagen lo más parecida a lo que era mi casa antes del alquiler, obligándome a realizar importantes reparaciones y reposiciones de objetos que «desaparecieron» durante la etapa del arrendamiento, especialmente en lo referente a herramientas y aparatos para el mantenimiento del jardín, y además llevar a cabo los trabajos propios de jardinería. Ha sido un proceso arduo, pero que al final ha servido para conseguir una venta aceptable. Y antes de la venta, una reunión con comida final en el Chiringuito, convocando a antiguos y nuevos amigos y miembros, celebrando y recordando todos juntos los buenos momentos compartidos allí a lo largo de todos esos años.

Y con la venta, se termina una etapa, un ciclo de más de 36 años, y se abre un nuevo período, ya sin la preocupación de estar presto a cortar el césped, a vigilar que el temporal no estropee las plantas o la cubierta de la piscina, a la obligación de cortar las tuyas, a mantener el agua de la piscina de forma adecuada, etc.etc.

Echaré de menos esas obligaciones y sobre todo la posibilidad de disfrutar de la tranquilidad de la vida en el campo, pero estaré liberado de las obligaciones que conlleva.

Es un punto y aparte, un final de ciclo, y hay que encarar ese futuro con la mente abierta, no pensando en lo que pudo haber sido y disfrutando de haberlo vivido. Y mirando hacia el futuro (lo que quede de futuro) con optimismo. Sé que para ello cuento con los apoyos necesarios en casa.

4 comentarios sobre “Final de un ciclo

  1. Amigo Manuel, como tu comentas es el fin de una etapa pero tenemos que ver lo que nos queda de futuro con optimismo. Un fuerte abrazo.

    • Saludos cordiales.*
                          *   Armando Verdes*
      

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  2. Manuel me ha encantado esta semblanza sobre tu vida en la casa y la del chiringuito que tanto hemos disfrutado. Te gradezco enormemente que compartas con todos nosotros tus vivencias que también son las nuestras desde hace muchos años. Un beso enorme y que disfrutes mucho de la nueva etapa del Camino de Santiago que inicias hoy. Buen viaje.

    Enviado desde mi Galaxy

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  3. Muy bonita reseña, Manu. Como bien dices, es el final de una etapa y ahora…, borrón, cuenta nueva y a disfrutar todo lo que se pueda de la nueva etapa que se abre !!!!!. Seguro que es tan buena o incluso mejor que la anterior…

    Abrazo.

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